Tras pasar toda la mañana y parte de la tarde en el jurado Sylas estaba agotado. Afortunadamente, el caso Henzen pareció mover sentimientos en el jurado y finalmente padre e hijo fueron declarados culpables aunque solo el progenitor había sobrevivido hasta llegar al tribunal. Se le imputaron todos los cargos que a los abogados se les cruzó en la cabeza; homicidio involuntario, violencia domestica, porte ilegal de armas, asesinato en primer grado, obstrucción de la justicia... Y aun así, se las arregló para cumplir tan solo 35 años. Sylas contaba con que no saldría vivo aunque hubiese preferido cadena perpetua sin posibilidad a libertad condicional.

Llegó sobre la hora a su cita con el psicólogo; un proceso obligatorio después de que un sospechoso fuese abatido por un detective o alguna otra fuerza de la ley. El compañero de Sylas, Volkan Bonarka, lo tranquilizó diciéndole que era rutinario mientras que los que simpatizaban menos con él comentaban en los pasillos que dos tiros sería catalogado como exceso de fuerza en los tribunales si es que el joven detective llegaba a salir de la terapia aun con su placa y su arma.

Hristov Morgensten, lo esperaba sentado en una oficina mas parecida a la de una agencia inmobiliaria que a un consultorio psicológico. Amplias ventanas, techos altos, un gran escritorio de madera robusta y tres sillas a juego, los incontables certificados y títulos colgados en la pared.

La sesión fue como siempre, preguntas acerca del tiroteo, si lo volvería a hacer, remordimiento... Sylas ya se cuestionaba si la consulta era para evaluarlo psicológicamente o solo para hacer tiempo mientras balística analizaba su arma y los demás detectives interrogaban a los presentes en la escena. No estaba en posición de hacer nada y solo siguió respondiendo a las preguntas que tenía tres semanas escuchando. Al salir de la consulta se percató de que tenía algunas llamadas perdidas, devolvió la llamada a su teniente y tras concretar una cita con este en el departamento pidió un Uber que en 23 minutos según lo que indicaba la pantalla, lo llevaría a su destino.

Darkschewitsch lo esperaba sosteniéndole la puerta de su despacho. Mientras cruzaba el pasillo donde estaban los cubículos pudo reconocer varias miradas de ánimo y camaradería mientras que otras eran de desprecio. El hecho de que su primer caso haya sido resuelto y que además capturase la atención mediática lo había puesto en la mira de los detectives de mayor experiencia lo que por supuesto, le trajo cosas positivas como la atención de varios colegas felicitándolo, aconsejándolo y dándole apoyo y el disgusto de otros por disparar cuando su vida no corría peligro o tachar de "golpe de suerte" su investigación. Sylas había aprendido mucho antes que es imposible complacer a todos, no le prestó demasiada atención a ninguna mirada y entró en la oficina de su jefe.

-Hijo, un consejo. -Le dijo Darkschewitsch mientras cerraba la puerta. - No dispares por la espalda aun hombre desarmado nunca mas, casi te cuesta la placa

A pesar de lo que dijo, le extendió su reluciente insignia del departamento y su arma, Sylas revisó esta ultima antes de colocarle el cargador vacío y dejarla en el escritorio.

-No puedo felicitarte por cómo terminó. - Aclaró Darkschewitsc. - Pero puedo decirte que la investigación estuvo impecable. Tienes un excelente compañero, aprende de él todo lo que puedas.

-Tenemos uno. - Dijo Volkan entrando a la oficina sin tocar.

Como a Sylas le tocaba conducir, a Volkan le correspondía elegir la música. Al parecer, era día de Tupac, Dr. Dre y Notorious B.I.G. A sus 46 años Bonarka seguía escuchando las mismas canciones de rap de cuanto tenía algo menos de 25 años y lo único que hacía era criticar el movimiento nuevo. Sylas solía aburrirse de esas charlas porque no era precisamente un seguidor del genero musical así que agradeció que la charla se limitase al caso al que estaban ya por llegar.

-Entre veinte y veinticinco años, mujer blanca, de un metro sesenta a uno setenta. Sus vecinos la conocían como Anne pero la relación no iba mucho mas allá de un saludo en el pasillo. - Volteó la pagina de su libreta y bajó el volumen a la música. - No sé si has visto algo así antes pero me informan que no es reciente.

Sylas no sabía a que se refería con que "no era reciente", ya había trabajado con cadáveres en la morgue. Tampoco le dió demasiado tiempo de pensarlo, ya habían llegado. Mostraron sus placas al guardia del lujoso edificio y éste les indicó que era en el quinto piso. Al llegar, había una cantidad considerable de forenses, criminalistas y policías en el pasillo, un policía con aire de recién salido de la academia custodiaba la entrada a la casa asegurándose que nadie sin autorización cruzase la cinta amarilla. Como siempre, las cosas se hicieron a la manera de Bonarka que era el de mas experiencia, antes de entrar a ver el cuerpo fueron llevados con los vecinos que llamaron al numero de emergencias.

Los vecinos los convidaron a entrar pero los detectives intentaron mantener la visita lo mas breve que se los permitía su ética profesional. La llamada se había hecho en la mañana de ese día, el señor y la señora Halbinger tenían al menos dos dias notando un olor desagradable al salir del ascensor, notificaron al conserje quien se encargó personalmente de revisar todo el mecanismo y dijo que no había ningún animal atascado y que el mecanismo estaba perfecto, fue allí cuando decidieron llamar puerta por puerta los vecinos y la única que no contestó fue Anne, tampoco respondía las llamadas a su linea fija y se habían acumulado los diarios de varios días en su casilla de correspondencia, contactaron con la policía y allí estaban ellos. Los vecinos no tenían mayor información acerca de ella, nunca la vieron con nadie. Los detectives agradecieron el tiempo y se fueron.

Mostraron sus placas al novato de la puerta y les tomó los datos. Al pasar la cinta amarilla Volkan sintió el olor pero no se inmutó mientras Sylas tuvo arcadas que no pasaron inadvertidas a los demás por más que intentó evitarlas. El cuerpo estaba en el medio de la sala completamente desnudo, las extremidades descritas por los vecinos como blancas estaban ahora entre moradas y negras con enormes pústulas que había ya empezado a reventar y a convertirse en un hervidero de insectos varios, de sus cavidades salía un pestífero y espeso líquido que se colaba entre las hebras de la costosa alfombra persa. Sylas sudaba frío y no dejaba de pensar que las moscas que insistentemente intentaban posarse sobre su frente eran las que habían estado en el cadáver. Sintió mas arcadas pero se contuvo, sabía que estaba pálido pero también reconocía que esta era una especie de prueba practica, para Volkan, para el equipo, para el departamento pero por sobre todo, para el. Cuando estuvieron ya frente al cuerpo Bonarka fue el que dejó la habitación corriendo, Sylas ni se movió; jamás pensó o imaginó semejante escena. Las partes del cuerpo eran irreconocibles, a duras penas sabías que veías por las manos y los pies y cómo estaban ubicados pero el cambio de color y la hinchazón ni siquiera lo hacían parecer humano. El forense, no menos consternado que todos los demás en la sala, le hizo una señal a Sylas para que se acercara. Asqueado y con miedo pero sin ninguna opción, este obedeció. El doctor, cuyo uniforme lo identificaba como A. Hasbún se quitó sus guantes y tomó la cámara que sostenía su asistente.

-Detective, es muy pronto para afirmar que fue la incisión lo que la mató pero alguien le hizo una apertura de virchow a la fuerza, podré darle mas detalles luego de que intente hacer la autopsia pero tiene todos los huesos de la cavidad torácica fracturados, fue con un objeto largo y afilado pero no lo suficiente como para cortar a través del hueso... - El doctor tomó una gran bocanada de aire, como si el hedor a muerte y putrefacción no le afectase. - Y lo llenaron con flores... No había visto así. Jamás.