RETO: Terminar el relato corto, del texto dado: 𝕄𝕒𝕣𝕚𝕖𝕝 𝕔𝕠𝕞𝕠 𝕝𝕒 𝕒𝕓𝕦𝕖𝕝𝕒, la cajita de tesoros.

𝙴𝚜𝚝𝚎 𝚎𝚜 𝚞𝚗 𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚒𝚍𝚎𝚊𝚍𝚘 𝚙𝚘𝚛 𝚗𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚊 𝚊𝚖𝚒𝚐𝚊 @𝚖𝚕𝚕𝚐, 𝚢 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚒𝚜𝚝𝚎 𝚎𝚗 𝚝𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚛 𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚕𝚊𝚝𝚘 𝚊 𝚘𝚙𝚊𝚛𝚝𝚒𝚛 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚙𝚊𝚛 𝚍𝚎 𝚙𝚊́𝚛𝚛𝚊𝚏𝚘𝚜 𝚎𝚜𝚌𝚛𝚒𝚝𝚘𝚜 𝚙𝚘𝚛 𝚕𝚊 𝚊𝚞𝚝𝚘𝚛𝚊 @𝚖𝚕𝚕𝚐. 𝚂𝚒 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚒𝚌𝚒𝚙𝚊𝚛, 𝚊𝚕 𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚙𝚞𝚋𝚕𝚒𝚌𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚜𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚊 𝚎𝚕 𝚕𝚒𝚗𝚔 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚕𝚕𝚎𝚟𝚊𝚛𝚊́ 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝚋𝚊𝚜𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚌𝚞𝚛𝚜𝚘. 𝙰𝚑𝚘𝚛𝚊 𝚟𝚊𝚖𝚘𝚜 𝚊 𝚕𝚘𝚜 𝚑𝚎𝚌𝚑𝚘𝚜.

El rojo intenso aún brillaba en el engarce desgastado, de un baño ya diluido. Mariel lo observó una vez más. Su regalo de 15 años, 30 primaveras atrás: unos zarcillos colgantes, con piedras rojas. La abuela se los había dado, con sus ojitos aguados de viejita sensibilera. Porque así era la abuela. Y ella, Mariel (Mariel como la abuela), odiaba esa sensibilería barata. Casi repelía sus besos. ¡Cómo los habría de extrañar después!

Independiente y odiosa, según su hermana Maritza, Mariel abandonó el hogar materno a los 16 años. Se llevó sus zarcillos, sus ahorros, un morral con una muda adicional, su maquillaje, su rabia y las ganas de joder al mundo entero. ¡Ah! y un bebé en desarrollo, en un vientre aún plano que no delataba su preñez prematura. ¿El celular? Lo dejó.

Hoy con 45, Mariel es abuela de dos hermosos varoncitos, fruto de su único hijo Jadel, de 29 años, y su nuera Alejandra de 25. Los morochos Marvel y Jadelver, de 7; ya asisten a la escuela.

Viven juntos, en una humilde casa (propia), pero llena de armonía, paz y tranquilidad. En su cuarto, Mariel atesora esas arracadas de perlas rojas, en una cajita de zapatos. Allí guarda también notas y fotografía de hace tres décadas.

Tocan, a la puerta. Mariel se asoma por la ventana, horada a su hermana Maritza. Hace muchos años que limaron asperezas; eso lo hace la madurez y el tiempo. Con un silbido anuncia a su hermana que ya baja a abrirle.

Entra la tarde, se escucha el claxon anunciando que el transporte escolar trae de vuelta a los príncipes de la casa. Ya Maritza y Anitan se han marchado, dejando un par de cochecitos para Marvel y Jadelver; uno color negro y otro azul; pese a que los une el lapso genético, difieren en sus gustos a los colores.

Así transcurre la vida en muchos hogares de las diferentes barriadas. Unos logran superar los obstáculos; otros se tropiezan cada vez con la misma piedra. La vida continúa, su ciclo no para; los abuelos ya abandonaron el barco. La nueva generación invade las calles.

Mariel, encontró el apoyo fuera del hogar que la vio nacer. Su esfuerzo y tenacidad la condujeron a terminar sus estudios de enfermería; educar y hacer de Jadel, un hombre de bien y provecho… En su cuarto, plancha el uniforme, mañana tiene guardia. Se dispone a dormir; si tiene suerte, soñará con aquellos recuerdos; de seguro, como sus tesoros en aquella cajita de zapatos.