Que alma luminosa!!!...la del sanador del cóndor herido. Aquel que lo tomó con extremo cuidado, sabiendo que el animal sufría de tortuosos dolores. Manos fuertes y blandas que en la penumbra incierta del atardecer, afiló sus ojos para ver la pena del desvalido.
Admiro la entrega, el tiempo, la intuición y después de dar tanto amor, aún es capaz de llevar el cóndor sano, a la más alta montaña, abrir la jaula y ayudarlo a salir de ella.
Después, quedarse de pie muy cerca con la respiración entrecortada por la emoción y dejarse llenar por esas alas abiertas, imponentes, aleteando con suavidad, como probando fuerzas y luego... A VOLAR!!, dejarlo volver a su libertad, sintiendo que su espíritu está volando con él.
Mónica Ramona Pérez
Genial post
Te invito a pasar por mi muro a SEGUIR Y VOTAR, yo ya lo hice.
Gracias
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