Apenas el naufragio de una anémona cuya cintura
devino esquirla bruñida, colora que se desprende
la desmordida, lúbrica y posesa cicatriz de aquél hálito
de barcaza desmedrada, en donde llegan a revolcarse
todos los oleajes con la ternura de un cuchillo
¿del tejado de qué palabra te arrojarás la tarde de la guirnalda?
yo vine a columpiarme de las atávicas lianas que pueblan
una sola letra de tu nombre que no conozco todavía
destellos de la ceiba en donde crecen todas mis infancias
vestidas de funambulismo
apenas el barullo de mis pies besando el pasto sosegado
el sexo de los cocuyos batiendo en tremolina despedida
el número trece, la hojarasca, tanta esperanza