Su mirada penetró en la mía vehementemente, los impulsos de deseo y pasión crepitaban a nuestro alrededor, el lugar era amplio y concurrido, pero nuestros deseos se interpusieron ante la decencia de nuestras mentes.
Se acercó a mi en medio de la fiesta, su desconocida pero excitante mirada recorría mi figura mientras se acercaba, era obvia su actitud y yo lo deseaba.
Su invitación indecorosa a un encuentro sexual descontrolado no me agarró por sorpresa, luego de algunos roces provocados por un baile lento y pegado con nuestros cuerpos rozando al sonido de una melodía hipnotizante.
Accedí ¿Por qué no? Si las ganas aumentaban de forma proporcional al peligro de ser encontrados en un motel de la ciudad.
Él, un hombre casado con una familia monótona esperándolo en su hogar, mientras sus manos deslizaban por todo mi cuerpo dominado por el placer y las ganas de gozar.
Me sentí viva en sus brazos, era inevitable, la ausencia de pasión en su vida era sumamente notable, su creatividad y fogosidad en este acto consumado fue mayor que la de aquel hombre que me enseñó el arte del placer, Edmundo.
Con solo 13 años supe lo que era la sexualidad por medio de mi padrastro, un viejo asqueroso que aún me pregunto ¿Cómo sedujo a mi madre? Una mujer hermosa, dulce y amable, que cayó en las garras de ese ser vil y desagradable.
Ella creía que al incluirlo en la fotografía familiar, mi comportamiento creado por el abandono de mi padre iba a cambiar, pero Edmundo mediante sus infinitas prácticas asquerosas y dolorosas terminó de crear mi carácter de dependencia a la sexualidad, el maltrato y la constante costumbre de ser "la amante".
Aun recuerdo cuando su cuerpo mantecoso se encontraba encima del mío, sus ojos azules penetrando en mi vergüenza, sus besos peludos y desagradables creados por su horrible barba robusta, me dominaba, pero no como él pensaba, no era deseo lo que existía en mi, era miedo, vergüenza, decepción y ganas de huir.
¡Por eso lo hice! A la edad de 16 años me fui y no volví, debía irme. No podía ver a mi madre y a ese asqueroso hombre un día más. Vagué por este mundo unos 4 años y estoy aquí, en un motel de paso en la ciudad del pecado en Amsterdam recordando todos aquellos horrores que viví luego de coger con un total desconocido que es el número 54 de mi lista, con la intención de cerrar los ojos y más nunca despertar.
Lo siento mucho Berg, mi intención no fue hacer del inicio de tu vida sexual extramarital el fin de mis tiempos, pero la simple idea de continuar con una vida vacía sumida en el indecoro y la sexualidad han de crear la necesidad de mi alma de huir de este infierno.
Nota: Las imágenes Mujer durmiendo en un manto de estrella y Cuerpos Entrelazados fueron editadas mediante el programa Photoshop cc 2018.
Triste y doloroso experiencia, lamentablemente es una escena que se repite en muchos lugares del mundo, no importando el idioma, ni la religión. Podamos a Dios que proteja a todas las niñas que son sus Angelitos. Intenso y profundo. Felicidad siempre
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Muchas gracias, me inspiro esa historia un documental que vi recientemente y si, es demasiado lamentable que esto siga ocurriendo como un patrón.
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