A escondidas | Reflexión

Claudia tiene 14 años, cursa el segundo año de secundaria y cree que está maldita, porque todas sus amigas tienen novio y ella no.

Cada momento se vive mortificando, que si sus amigas dieron el primer beso, la primera cita y ella no.

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Pasa horas andando en su facebook e instagram, revisando quien le pueda gustar, quién podría ser su novio y escribiendo cosas sugerentes en su muro -como si supiese todo de ello-.

Pero Claudia no quiere ser como sus amigas, ella quiere ser mejor que ellas, quiere que la admiren.

En su afán de encontrar el amor, conoce a Rodrigo. El joven apenas tiene 15 años, es un chicuelo apuesto, su cabello castaño, ojos azules y blanca sonrisa, provocan más de un suspiro entre las chicas.

Claudia cree que es el amor de su vida, amor adolescente. Sus charlas tímidas se convierten en conversaciones profundas; de la vida, del futuro. Pasan de saludarse por las mañanas a hablar hasta bien entrada la madrugada.

Tremendo flechazo, cupido.

Pero no todo es color rosa, Rodrigo es un adolescente en su etapa hormonal y quiere más. Las insinuaciones empiezan a fluir, los chantajes bajos palabras de amor; si me quieres, hazlo y mándame algo sexy. Ella cree en ese amor; a medida que su ropa va cayendo, las fotografías son tomadas y enviadas.

La joven se creía madura, más mujer que sus amigas por lo que estaba haciendo, aunque en el fondo estuviese un poco de insegura.

Rodrigo no tenía suficiente, le decía a Claudia que tenía que verla y desmostrar su amor cara a cara. Ella llena de emoción, de que podría presumir a su novio con sus amigas, aceptó encantada. Acordaron verse en la estación del metro, porque querían ir al cine, justo a las 7:00 pm.

Los padres de la chica trabajan mucho, así que no se fijaron cuando salió por la puerta de la cocina. Tomó un autobús hasta llegar al centro de la ciudad y bajó al metro, se iban a encontrar justo en la máquina dispensadora de café.

Rodrigo nunca llegó a la cita.

Claudia nunca regresó a su casa.

Los padres de ella tienen 6 meses sin saber de ella, después de un correo que envió esa misma noche, "Estoy bien, me fui para poder ser feliz".

La policía cierra el caso.

Rodrigo en realidad se llama Federico, tiene 52 años, es adicto a la pornografía infantil y pederasta.

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El grooming, conocido como "el engaño pederasta", se califica como el acto de manipulación deliberado que llevan personas mayores a través del internet, para ganarse la confianza de niños(as) o adolescentes y así obtener imágenes, vídeos o encuentros de origen sexual.

El grooming es un delito, no permitas que ellos sufran y caigan en esta vil garra de explotación sexual.

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¡Hola, steemies! Aquí vuelvo con un nuevo post.

Simplemente un relato que refleja una realidad de las profundidades del internet. Tengamos cuidado con nuestros familiares y amigos, que puedan ser vulnerable a este tipo de actos.

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La chica de las fotografías es Barbara Palvin, famosa modelo húngara.

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