El amor como cocinar. Preparar una porción es aceptar una forma y camino que no sabemos cuánto va a durar, hay que dedicarle una cucharada de nosotros mismos. Dos tazas de paciencia, una pizca de humor y montarlo en una sartén. Todo con la intención de que nos quede rico y corriendo el riesgo de que todo se dañe. Por eso hay que tener en cuenta y usar cuidadosamente los ingredientes para que el amor tenga buena sazón. Algunos son amargos, otros picantes y por supuesto están los que son especialmente dulces. Está la sal, por ejemplo, que no es placentera al paladar pues no podríamos comer ni una cucharada sola. Pero en cantidades precisas es imprescindible su toque en cada ocasión.

Hay que saber que siempre habrá una armonía incompleta, al no disponer de todos los ingredientes que quisieras tener sobre el mesón. Pero no hay que preocuparse demasiado, siempre saldrá a flotar una solución natural que aunque tengamos que hacer un esfuerzo igual a arrancarlos de la mata directamente, nos servirán para el sazón. Hay que dejar que se cocine a fuego lento mientras transcurren los minutos. Analiza el centro de la paila unos segundos y piensa que lo que comemos hoy nos lleva a lo que hemos de saborear mañana, y así los días pasarán hasta ver la mesa como la queremos.

Cuando nos llegue la melancolía, le ponemos vainilla al café colado, y si nos quedó amargo pues échale otro poquito. A las discusiones hay que espesarlas por las noches a fuego lento y en la mañana hay que echarle agua, antes que se pegue a la olla. Tenerle miedo al fogón no significa dejar de usarlo y si se nos daña el vino, podemos usarlo como vinagre y seguir sazonando. Éstos son trucos de viejas generaciones que hay que aplicarlos para que nunca se pierda la costumbre.

Por las tardes brindemos siempre con tazas de café. Viendo el ocaso. Y por las noches brindemos con vino, una copa por ti, una por mi y una por nosotros. Una por aquellos que no creyeron, otra por los que estuvieron en contra. Porque ellos también forman parte de esto. Entonces, ¡ya llevamos 5 copas encima! Agreguemos pues una copa más, porque este sazón sí que nos está quedando bueno, aunque no seguimos la receta como dice el libro. Y para aquellos aprendices que quieren copiar la receta al pie de la letra, sepan que nunca va a quedar exactamente como la de la foto y que eso no está mal.

Contra el mal humor se hierven flores y frutas en un caldero grande, a la amargura la ponemos en baño e' maría y la endulzamos con papelón, y si se nos quema la olla, pues ¿qué le vamos a hacer? solo queda ponerla en remojo. Sólo entonces ya sabremos qué no hacer para quemar la naranja. Para el calor está la piel y para el jarabe la lengua. Para amar están los ojos, así no estén en la cara... Para todo lo demás, sigamos sentándonos en la misma plaza juntos para ver a los gavilanes volar.