Todos tenemos un nivel de tolerancia a los estímulos exteriores que nos impactan emocionalmente.
La gestión de los conflictos emocionales, es personal e intransferible, condicionada por una información heredada, grabada durante la gestación o a muy temprana edad.
Algo que debe quedar claro es que el inconsciente biológico reaccionará cuando el impacto sea: súbito y sobrepase nuestro umbral de tolerancia psíquica.
El impacto:
Es imprevisto e inesperado: sobreviene de golpe, deja una huella neuronal. Es una situación concreta que desmorona nuestro mundo.
Es muy dramático: cuesta tomar decisiones, el cortex queda colapsado.
Se vive en aislamiento: no se puede comunicar por imposibilidad o por que uno lo piense así.
No hay solución: no sabemos que hacer, solo queda sufrir.
El umbral de tolerancia psíquica puede superarse por acumulación: cada impacto por sí mismo no tiene la capacidad de superar esta barrera psíquica, pero las experiencias repetitivas se acumulan hasta que el sistema psíquico de protección cede, revienta y se desata un estado de estrés crónico.
En ambos casos, el impacto emocional se reflejará en el cuerpo.
Un cuerpo que está sano, sin dolencias, nos está diciendo que nuestro equilibrio es el correcto.
Por el contrario, la aparición de algún síntoma, por pequeño que sea, indica una ligera desarmonía entre las diferentes parcelas de nuestro ser.
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