Aunque estaba algo perdida, nunca deje de pensar en lo bonito que me ha tratado Steemit... Ahora regrese con mis cuentos, esos cuentos que tanto les gustan a ustedes, para reflexionar, para sentirse dentro de cada situación que describo con detalle. Solo espero que este sea uno más de esos cuentos que le agrade. ¡Disfrútenlo!
-El sol en el Cenit me recuerda que es mediodía, la planta de mis pies sienten la textura de las aceras maltrechas por donde camino. El clap, clap de mis zapatos “chancleteando”, la calle me incomoda; temo que se me salga el zapato. Las gotas de sudor aparecen en mis sienes. El cabello deja entrever la lucha de las canas por prevalecer ante los efectos de un mal teñido. Cruzo a la izquierda y diviso un grupo de teatro que encarna, por horas, a los Próceres de la Independencia. Uno de ellos grita: Resistir… Soberanía y Patria Independiente.
PLAZA SAN JACINTO - CARACAS - VENEZUELA
Mis ojos lo siguen, levanto un poco más la mirada y veo como telón de fondo el mural que reza “Si la naturaleza se opone…lucharemos contra ella hasta vencerla”. Una brisa cálida se enreda en mis cabellos, mientras reflexiono sobre Bolívar y lo que estamos viviendo.
El carajo fue arrecho y más arrecho los que lo siguieron… Unos 30 metros más a la derecha veo el enjambre de personas que como oleadas van de una tienda a otra. Pienso, la vaina no está tan mal… se está activando el comercio.
A pesar de las estadísticas y de los pronósticos sobre el país el comercio se mueve… al mismo ritmo de la brisa caraqueña: Unas veces rápida y otras lentas, entorpecidas por las masas de concreto que frenan su paso.
Tropiezo con un saliente de la acera… el clap clap se silencia ante la salida momentánea de la zapatilla que en otrora era una “torerita”. Detengo el paso por una milésima de segundo, todavía tengo buenos reflejos y solo se ve como un leve tongoneo en la acera.
SAN JACINTO - CARACAS - VENEZUELA
Sigo caminando y vuelve el suave cólico a recordarme que es mediodía y como decían en mi tierra “era hora de meter los pies debajo de la mesa”. Inspiro profundo buscando que el oxígeno de los árboles de la Plaza Bolívar me de fuerza a seguir pero, me traiciona. En cada bocanada de aire se viene un aroma a pan recién horneado, mezclado con el dulzor de un melao de papelón.
Me detengo a admirar a Bolívar majestuoso y recuerdo aquí comenzó el asunto. Por ti comenzó. Pero, donde fue que se perdió la vaina. Veo gente que viene y va, con bolsas, muchas bolsas, con zapatos, con camisas. Se trasluce lo que llevan en ellas. Pareciera que las bolsas sin pudor y con desparpajo muestran su interior.
El aroma viene de un poco más arriba de la esquina de la Torre, me siento para recuperarme un poco de la cálida caminata. Por un instante, una gota de sudor rueda y cae en mi ojo izquierdo, la vista se me nubla y empiezo a entreabrir los ojos… la gota de sudor se convierte en un prisma que le imprime un efecto lumínico a la estatua. Por instantes veo como la figura se mueve, como queriendo acomodarse en la silla.
PLAZA BOLÍVAR - CARACAS - VENEZUELA
Recuerdo que los historiadores narraban que Bolívar le salió callos en el trasero, de tantas horas de cabalgata. Y pienso, a nosotros nos están saliendo callos por aguantar tanto. Ya son cinco años de resistencia… resistencia por la vida… ¿será que nos equivocamos de término y realmente es resiliencia? Los minutos pasan, ahora el sol está más al oeste y las hojas de los árboles atenúan los rayos del sol. Las “arditas” salen tímidamente de sus madrigueras para volver a meterse y en ese vaivén me dejo ir de nuevo. Pero, ese bendito olor a pan recién horneado me ancla a la tierra.
Decido emprender de nuevo el caminar, ahora hacia el norte, sin mirar atrás, muchos locales llenos de mercancías ahora muestran el vacío. Pero, escucho “cuesta 40 dólares”. Prosigo, le gusta está en 150 mil o 20 dólares… la cosa no es que escuche mal. Es que hablan de otra moneda. Sigo caminando y ya es común escuchar que hay dos precios una en bolívares y su equivalente en la moneda verde.
Ya no me sorprendo, ya no me arrecho, ya no hay sufrimiento, ni decepción… es como que el luto está en su etapa de elaboración. Ya no hay, solo ya no hay… será aceptación… no; creo que voy una etapa más allá.
En alguna fase del desarrollo de la vida, las especies tuvieron que adaptarse, creo que nos estamos adaptando, lo único es que no lo dicen, que no hablan claro… Ahora miro mis pies y veo mis zapatos que en otrora fueron una toreritas doradas… Veo como la fisonomía de mis pies impulso al material a tornearse sobre él. Pienso si me saco el zapato tengo una réplica exacta de mis pies. ¿Así le pasaría a la cenicienta con sus zapatos de cristal?…
Me atrevo a pensar como caminaría la cenicienta con unos zapatos de vidrio, esa vaina sería dura, y al primer paso se rompería. Pensé… esos cuentos son pura mentira y uno como bobo se los creía. Dígame si la cenicienta tuviera que caminar por las calles de Caracas…
Al igual que ese cuento… estamos aquí asumiendo mentiras. Pero cuando nos va a caer la “locha” y nos vamos a dar cuenta que los zapatos de cristal no existen…que la vaina nunca existió…que fue puro cuento…
Sigo caminando y vuelvo a tropezar, ahora no se sale el zapato sino que vuelve el clap clap a retumbar…
FOTOGRAFÍA ZAPATILLAS - CARACAS - VENEZUELA
Espero que les haya gustado, muy pronto seguiré compartiendo cuentos de personajes reales de mi bella Venezuela. Gracias por leerme... Esto puede llegar a ustedes gracias a Steemit. Muy agradecida.
CÁMARA: SANSUNG J6
MODELO DE PIES: MI MAMÁ MARIA J SATURNO
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