Por: Betty De la Fuente.
-¿No has puesto la mesa aun Martha? Deprisa niña, el señor anda de mal humor hoy… desde ayer que vino el médico se ha quedado refunfuñando y ni quien lo aguante… te lo digo para que te apures, no para que te me quedes viendo… ¿Se te ha hecho tarde de nuevo verdad? Seguramente te has desvelado viendo esa novela ¿qué le encuentras de bonito? Pierdes tú tiempo niña, deberías aprovechar y leer algo de historia, arte, ciencia ¡vaya! Algo que te cultive Martha, yo no entiendo a tu generación, siempre andan perdiendo su tiempo, holgazanean y quejándose de todo, no buscan en qué ocuparse ni a quien ayudar, todo lo quieren fácil y en la mano, si así hubiésemos sido nosotros, andaríamos desnudos ¡Desnudos!
Se escuchan pasos lentos acercándose a la cocina, se abre la puerta y con ella se oye el rechillido de las bisagras sin aceitar, arrastrando los pies entra un anciano regordete con expresión adolorida.
-¡Ay! Estos viejos pies, ya no se ponen de acuerdo para caminar… ¿Ya está listo mi café? –Mira la mesa vacía- ¡Martha! Siempre es lo mismo contigo, tardo una eternidad en bajar esas escaleras y todavía me castigas esperando mi café ¡en mi propia casa! ¿Me quieres matar? si quisiera esperar iría con él pérfido ese del parque –mira al cielo y se agarra el pecho- ya nadie atiende a este pobre anciano…
-¡Cuidado con ese lenguaje!– dice con voz orgullosa la señora- Esta es una casa decente y esa jerga tan ordinaría no es bienvenida aquí… ¿Te estás riendo Martha? Anda, vamos, date prisa que todavía tienes que ir al mercado ¿ves que si pierdes el tiempo Martha? Martha, el tiempo es un regalo del todopoderoso y se agradece trabajando rápido y sin protestar, no quedándote parada con expresión de azoramiento… a-zo-ra-mien-to ¿no sabes qué es azoramiento? –Pone los ojos en blanco y niega con su cabeza- ¿qué no asististe a la escuela? Me sorprende que sepas hablar español, un loro entiende más palabras que tu –dice la señora mientras enjuicia a Martha con la mirada- Deberías ojear un libro de vez en cuando, bueno, comprendo que para tu generación esto resulte aburrido y mis palabras no se encuentren dentro de su léxico… ustedes los jóvenes lo único que leen son los chistes colorados del periodiquillo ese insulso… ¿Cómo dices? He dicho Insulso, si, IN-SUL-SO –respira exasperado- ¡Simple pues! Niña, esta mañana te has empeñado en sacarme de mis casillas, estos jovenzuelos majaderos, se divierten a nuestra costa, piensan que nunca envejecerán, no se dan cuenta de lo rápido que se van los años y de todas las oportunidades que dejan pasar por andar de gatos perezosos.
Un olor a quemado interrumpe a la señora quien corre a apagar a la estufa.
-Martha ¿y mi café? –pregunta irritado el anciano- Ya se te quemó el agua por estar abriendo la boca, así no vas a conseguir un buen marido –gruñe - una simple taza de café por las mañanas y no puedes niña., este es el tercer pocillo que quemas en el mes, te los voy a empezar a descontar de tu paga… Es que a ustedes los jóvenes nada les cuesta, a tu edad -toma aire e inflan el pecho- a esta hora ya había recorrido todo el pueblo a pie trabajando, buscando oportunidades, para llegar a casa con dinero en mis bolsillos, ganado honradamente –da un golpe a la mesa con su mano- ¡Eso es lo que les hace falta! ¡Esfuerzo! Son todos unos flojos.
Se hace el silencio en el lugar, los dos ancianos se miran y luego voltean a ver a Martha que se ha quedado parada en una esquina de la habitación con la mirada en el piso.
-Anda niña, que no te estamos regañando, cambia esa cara-dice la señora intentando alegrar a Martha.
-Solo hemos hablado de los rufianes de tu edad –sonríe el anciano- no de ti.
-Ven, siéntate un momento, voy a poner a calentar más agua.
La señora camina y toma una olla, la llena con agua y lo coloca a en la estufa.
-Ten, léeme el periódico –dice en voz baja el anciano mientras le guiñe un ojo- los chistes colorados son la mejor parte.
-A veces –retoma la palabra la señora- uno debe darse un respiro, no todo en la vida puede ser andar a las prisas, que por andar así pasan luego los accidente … mírate Martha –la mira de arriba abajo- ¿que no comes bien? Estás hecha un hueso, toda flaca y escuálida ¿qué van a decir esas mujeres? ¿Quieres que anden calumniándome? Anda, come un poco–Sienta a Martha en una silla- que aún hay tiempo para ir por las compras –Se para y va a revisar el agua.
-¿Quieres pan? –Ofrece el anciano amablemente- Deja voy por manteca para mi untarle, me la ha prohibido el médico, dice que a mi corazón no le hace bien… pero –sonríe con picardía- un poquito no le hace daño a nadie… Y bueno, a nuestra edad ya no podemos quedarnos con las ganas de nada, menos de comida.
Se levanta el anciano de la mesa y camina con paso firme y decidido en dirección a la bodega
-Martha –dice dulcemente la señora mientras llena dos tazas de café- en la vida, es necesario tomarse las cosas con calma… todos vamos para el mismo lugar, ricos y pobres, jóvenes y ancianos… Si me entiendes Martha.
La mujer prueba su café y sonríe.
-Es como cuando vamos en la calle y empieza a llover, aunque corramos o caminemos, sabemos que nos vamos a mojar, si caminamos demasiado rápido, nos podemos caer y lastimar, lo mejor es resguardarnos y esperar que pase.
La señora camina y se sienta en la mesa al lado de Martha, ofrece una taza y ambas toman el café en silencio mientras miran por la ventana, afuera en la calle el día es soleado y fresco, ven pasar corriendo a unos niños, se miran ambas mujeres y sonríen, como si por un momento la vida les regalara un instante de paz. De pronto, se escucha un golpe seco, como si algo se hubiese desplomado y azotado en el piso, parece que fue en la bodega.
-Martha ¿Dónde está el señor?
..
.
.
FIN.
Espero les haya gustado y se hayan divertido tanto leyéndolo como yo escribiéndolo, nos leemos pronto amigos.
Imagen: la fotografía es mi de autoría y fue tomada con una cámara Canon Rebel semi profesional.
me encantó la forma en la que relatas! que maravilla. Senti como si estuviera leyendo a algun literato hispanohablante muy famoso. Un abrazo!
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Ay... ¡muchas gracias! saludos!
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Me encaontó tu relato, me pareció muy divertido, saludos
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