Viajando con amigos a Puerto la Cruz, Venezuela

Pasaron los días y finalmente, fue momento de partir, tuvimos que movilizarnos a Puerto Ordaz, de allí salía un autobús, que permitía cancelar los boletos con tarjeta de débito, en Venezuela el tema del dinero en efectivo, es cada vez más inalcanzable.

Nuestro destino, Puerto la Cruz, estado Anzoátegui, a 4 horas y media desde Puerto Ordaz, unos 383,4 km de distancia, estábamos al fin cada vez más cerca de la tan anhelada a playa.

Alrededor de 7 horas o quizás un poco más, fue lo que tardamos en llegar; una vez estacionados en el terminal, nos bajamos a retirar nuestro equipaje. Por mi parte, salí a encontrarme con una de mis amigas, que se había ido a su casa al terminar las clases, en El Tigre, a tan solo 2 horas de Puerto la Cruz, por tanto, acordamos encontrarnos allá.

Ya cuando todo parecía estar tomando su rumbo, que parecía haber valido la pena tantas horas en carretera, nos pasó algo que pienso, recordaremos por siempre, a una amiga, por alguna cuestión de mala suerte, le terminaron robando su maleta, sí, robando. Luego de varias horas de análisis, logramos deducir que, al momento de bajar las maletas del autobús, alguien la tomó y no nos dimos cuenta, por inocentes, al fin de cuentas.

Una vez asimilado el tema de la maleta, proseguimos a dirigirnos al apartamento que habíamos alquilado días previos, cosa que nos llevó más tiempo del que esperábamos, puesto que terminamos teniendo una dirección errada del sitio donde se ubicaba, entonces con ayuda de Google Maps y preguntando en locales cercanos, al fin pudimos llegar al tan esperado apartamento, y al fin descansar de tanto trajín.

Uno de mis amigos consiguió un taxista que aceptaba transferencias bancarias, punto a favor, por el tema del efectivo, es bastante complicado conseguir, y por lo general, lo terminan vendiendo al triple de su valor real.

Muy temprano en la mañana nos dirigimos a un muelle, que nos habían recomendado, donde salían embarcaciones a playas vírgenes cercanas al puerto, este caso Playa Puinare.

El siguiente día nos disponíamos a repetir nuestra travesía yendo nuevamente al muelle, pero esta vez a otra playa, lamentablemente estaba cerrado, terminamos movilizándonos a una playa cercana, playa Lido, en Lechería, a unos minutos de Puerto la Cruz, recomendada por el señor del taxi, y aunque no era del todo igual a la del día anterior, bastante diferente realmente, terminamos disfrutando de igual manera. Sin embargo, muchos no quisieron bañarse por ser el agua de dudosa procedencia.

Esta vez nos regresamos un poco más temprano, queríamos ir a un centro comercial cercano, bueno, ni tan cercano, nos terminamos yendo caminando, sí, caminando, siguiendo a una amiga que supuestamente sabia donde era, al final si llegamos, pero como 45minutos después, cansados, con ganas de matarla, pero bueno, terminamos convirtiéndola en una caminata amena, bajo un sol bastante radiante, y que parecía iba a ser el causante de nuestro cáncer de piel en un futuro, pero amena.

Al día siguiente salí temprano, tenía ya el pasaje comprado en el ferry para regresarme a mi casa, como mencioné en mi post de introducción, vivo en una isla cercana, la Isla de Margarita, a la cual se llega a través Ferry, que salen desde allí desde Puerto la Cruz. Mis amigos se devolvieron a sus casas al siguiente día.

Finalmente, a pesar de las diferentes situaciones que nos tocó sobrellevar, fue un viaje inolvidable, que estoy segura, repetiríamos en cualquier otro momento; a fin de cuentas, lo que importa es disfrutar cada experiencia, y más aún si es compartida con amigos.