Marisol, una señora de 40 años, era poseedora de un buen cuerpo, y una linda cara, casada con Manuel, hombre con buen trabajo, apegado al hogar y a las buenas costumbres, con dos hijos que están iniciando la universidad.

Marisol, era muy conflictiva, es decir, su carácter era difícil de llevar, por cualquier cosa peleaba, se molestaba con facilidad. Un día sale de la casa, furiosa, camina y camina, con el propósito de despejarse la mente, llega hasta un centro de apuestas que le llama la atención, era un mini-casino, entra y ve que todos allí están metidos en su mundo, unos jugaban a la ruleta, otros cartas, otros en máquinas tragamonedas, bingo, etc.

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Ella decide jugar bingo, ganando en esa primera oportunidad, ella en esas dos hora que pasa en ese salón fueron "su felicidad", olvidando por completo sus problemas, "el marido buena gente y sus dos hijos que pasaban más tiempo en la universidad que en la casa".

Marisol, todos los días iba al mini-casino, allí conoció personas con las que se relacionó, había hecho su círculo de juego, ampliando su estadía en el salón por espacio de 3 a 4 horas, y que para olvidar sus problemas, lo que no sabía Marisol, era que estaba adquiriendo un "problema de adicción al juego y sus consecuencias", cada día ella llegaba más tarde y apostaba más y más.

Cuando ya no tenía que apostar, decide gastar la cuota semestral de la universidad de los hijos, como era lógico el problema explotó cuando al revisar el saldo está negativo. Manuel como siempre le tocó resolver el problema.

En otra oportunidad, Marisol vendió sus prendas de oro para jugar, y así fue haciendo de todo para buscar dinero, y cubrir sus apuestas, llegando al extremo, de prostituirse para lograr su propósito.

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Manuel y los hijos, conscientes del caos que había en el hogar, que Marisol estaba enferma, sí, adicta al juego, ella no lo aceptaba, como todo adicto, no reconocía su condición, buscan soluciones.

Como primer paso, el grupo familiar, fue ir a una conversación con el padre de parroquia, la cual fue muy positiva, porque Marisol entiende que está atrapada en el vicio, al borde del abismo, tuvo la sabia decisión de asistir a terapias con un profesional de la psicología, tomó distancia del círculo en el que había caído, afrontando con valentía su futuro alejada del vicio y recuperando la confianza de su familia.