Antes que Cristo viniera a nuestras vidas estábamos destituidos de la gloria de Dios llenos de delitos y pecados; andábamos en tinieblas en completa oscuridad espiritual haciendo lo malo cometiendo cosas que a Dios no le agradan, ejemplo; fornicando o adulterando, borracheras, mintiendo maldiciendo y quizás cuantas clases y tipos de vicios habían en nuestras vidas; éramos esclavos del pecado y todo debido a nuestra ignorancia, porque no conocíamos la verdad no estábamos en la luz que es ese ser divino llamado Jesucristo el hijo de Dios, nuestro redentor el que dio su vida por la nuestra, el que fue tentado en todo pero no conoció pecado, el que se humillo hasta lo sumo, el que murió y fue resucitado, él que descendió y luego subió, y hoy está sentado a la diestra del padre intercediendo por cada uno de nosotros ese el unigénito hijo de Dios, a quien él entrego por Amor al mundo por amor a cada uno de nosotros y quien por causa de nuestras rebeliones y pecados fue crucificado en el madero, para que por medio de su sangre derramada en la cruz fuéramos salvos porque el deseo de Dios es que todos lleguemos al arrepentimiento y podamos ser salvos. Ciertamente hemos creídos en el hijo de Dios y por su gracias fuimos apartados antes de la fundación del mundo y por ese amor tan grande hoy estamos incluidos en su redil, por ese amor tan grande estamos hoy adorando glorificando, y bendiciendo su nombre. (Juan 3: 16-21).
Todos anhelamos el favor de Dios nuestra vida, pero tenemos que buscarla, tenemos que esforzarnos, dice la palabra que el justo con dificultad se salva, así que no es fácil. Pero si podemos lograrlo y es caminando con Jesús, siguiendo sus pasos tomados de la mano con él, practicando sus mandamientos, obedeciendo en todo, imitando sus obras porque sus obras son buenas.
El favor de Dios, tiene un precio pero ni con todas las riquezas que este mundo tiene no la podemos comprar, porque esto es por gracia de Dios padre a través de su hijo Jesucristo nuestro Señor.
Con su preciosa sangre derramada en la Cruz solo tenemos que buscarla, esforcémonos como los buenos atletas que se esfuerzan para llegar a su meta para poderse ganar el premio, así también nosotros debemos luchar hasta el final poniendo la mirada fija en Cristo Jesús quien nos dará el preciado y anhelado premio que es la corona de la vida eterna; debemos permanecer firmes contra las asechanzas del enemigo de Dios que anda como león rugiente buscando a quien devorar. Buscando la oportunidad de hacernos tropezar pero estaremos preparados, soportemos la tentación y el huira de nosotros, dice la biblia que el ser sabio ve el peligro y se aparta así que debemos ser sabios cuando la tentación nos llega y apartarnos de ella para no caer en sus trampas.
Todos anhelamos ese favor tan grande, pero es necesario buscarla con toda diligencia, con afán, con el más grande deseo de nuestro corazón, luchemos con firmeza, con integridad, con toda nuestra fuerza, con valentía porque los valientes como está escrito, son los que arrebatan el Reino de los cielos porque Dios mira con agrado al esforzado y valiente. Luchemos hasta el final con el firme propósito de alcanzar tan preciado tesoro si dudar en ningún momento, porque el que duda es como el que edifica su casa sobre la arena sin ningún fundamento y viene la brisa o la ola y la derriba; pero si está edificada sobre la roca que es Cristo Jesús nada podrá destruirla. Entonces podemos decir todo lo puedo en Cristo que me fortalece, hermanos oremos y velemos para que no caigamos en tentación no demos tregua al enemigo, en ningún momento no le debemos ventaja prediquemos a tiempo y fuera de tiempo, cumpliendo así con un deber como hijo de Dios que somos predicando el Reino de Dios y su justicia. (Romano 5:18).
Con la muerte de Cristo hemos sido justificados, hemos sido redimidos o comprados a precio de sangre, el absorbió nuestros pecados su sangre derramada en la cruz fue el cheque de gerencia que él dio por cada vida, por cada alma que se arrepienta creyendo que en él hay perdón de pecados y que sólo en él hay salvación, que no hay otro ni habrá después de él en que podamos ser salvos porque solo él tiene la llave para poder entrar en el reino de Dios.
Con ese inmenso amor que heredo del padre, entrego su vida por la nuestra él nos liberto, nos rescató, porque estábamos presos estábamos cautivos por el pecado, por nuestra transgresiones, pero hoy por la gracia y el favor de Dios por medio de la sangre del cordero somos libres. Las cadenas que nos ataban al pecado fueron rotas porque él justo murió y fue resucitado para nuestra justificación, seamos sencillos y humilde de corazón para que la gracias de Dios sobreabunde en nuestras vidas y así podamos dar testimonios de su gloria de su poder y de la gracia que ha derramado en nuestras vidas y de la misma manera que la hemos recibido la demos nosotros también, dando testimonio de cómo hemos sido transformado como nuestro corazones han sido cambiado y cómo hemos pasado de la tiniebla a la luz inmarcesible de Cristo Jesús.
Vivamos en santidad y en oración para que no perdamos la comunión con Dios seamos obedientes a sus mandamientos para que los deseos pecaminosos de la carne, que antes teníamos debido a nuestra ignorancia porque no conocíamos a Dios, no teníamos a Cristo en nuestros corazones esos deseos pecaminosos que nos tenía separados de Dios, no estén más con nosotros sino que viviendo en santidad cada día sean nuestro cuerpos una ofrenda viva para el señor, limpios puros de corazón, con una buena conciencia y sea nuestra mente como la mente de Cristo para que se haga de manifiesto en nuestras vidas la presencia del espíritu santo y la luz redentora de Cristo, resplandezca en todo lugar que andemos y donde haya tinieblas esa luz divina de nuestro Señor Jesucristo brille con todo su esplendor trayendo liberación a las mentes y almas cautivas por el pecado y para eso hemos sido llamado. Porque a través de nosotros sea manifestada esa luz porque Cristo está vivo y vive en cada uno de nosotros sea bendito el nombre de nuestro Dios.
Bendiciones @blancabonilla