Si estás estás al tanto de la situación que vive Venezuela sabes sobre la hiperinflación por la que estamos atravezando y que quienes aún no emigraron deben hacer muchos ajustes en su economía para sobrevivir y morir en el intento, unos con más recursos intelectuales o académicos que otros, más habilidades personales e incluso algunos con más suerte que otros logran ver oportunidades que le resulten más beneficiosas y le ayuden a aumentar sus ingresos mensuales.
Hasta aquí todo suena muy lógico, pero cuando llega el momento de la realidad... en cada casa el que cocina intenta ver cómo rendir la comida, suplir las proteinas animales por vegetales, cómo sacar el mayor provecho a lo que aún se consigue en algunos mercados, en otras palabras el que cocina administra y hace milagros.
A lo anterior se le añade el proceso de suma, resta, multiplicación y división, es decir, el sacar cuentas para administrar los ingresos económicos y es allí en donde entra el asunto de qué de puede comprar y qué no y, en especial, "cuáles son los gustos o lujos que se pueden dar en la familia", porque para algunos hasta comer un pan es un lujo. Por esa razón de equilibrio administrativo -que lo ha vivido todo país en crisis y ha generado mucha literatura: poemas, canciones, novelas, etc.- es que redacto este post, para mostrarte que lo que para mostrarte que la realidad, incluso la administración de una familia, depende del cristal con el que se mire.
Cuando se es madre uno siempre desea salir darle a los hijos todo, incluso lo que no puede y también compartir momentos de alegría y que se diviertan un poco fuera de casa, pero a veces uno siente que el dinero nunca alcanza y nunca es suficiente, por eso entre mis sumas y restas en estos días saqué un pequeño presupuesto para comprar unos heladitos y compartir con mis hijos.
Todo fue muy frugal, un heladito sin adornitos ni chispas de nada, lo importante era pasear y disfrutar el momento del helado, pues, así como en la película La vida es bella, los papás intentamos aislar a nuestros hijos de lo malo que ocurre en nuestro entorno para que sean lo más felices posibles. Como siempre en nuestra familia los paseos incluyen visitar librerías y fue en una de ellas donde todo mi presupuesto para el paseo se salió de sus límites. Ahora te cuento el porqué:
Cuando uno es lector 😍 y le apasiona ciertos temas, los libros son tesoro y es obvio que en la situación que vivimos en el país no permite costear el preciode los libros, pues simplemente los libros se convirtieron en objetos de lujo, pero ocurre que precisamente la misma megadevaluación y el hecho de que la gente prefiera comprar productos "más necesario" ha hecho que esos libros que antes me parecían bastante costosos ahora hayan quedado relegados y a un precio "pagable" para mí, así que aún sin mucho dinero en mi cuenta bancaria no dudé en comprarlos y gastarme en los libros lo que no quise gastar en el chocolate y las chispas de maní.
Luego en casa me puse a pensar que hubiese sido mejor, las chispas de chocolate y maní o comprarle, por lo menos a los niños, un helado más grande y más caro y no comprar los libros, etc... Fue una decisión emocional, algo tonta porque me hará ajustar otras cuentas por el gustito de tener los libros, pero luego analicé con más tranquilidad, sin ánimos de sentirme culpable y me di cuenta que los libros nunca serán una mala decisión, que cuando se pasan momentos tan grises como los que pasamos los venezolanos las madres también debemos hacer algo por nosotras mismas y crearnos, así sea con unos libros, un espacio para alejarmos de la infelicidad, de la queja y de la preocupación circundante y tratar de ver en cualquier cosa que la vida siempre puede ser bella. En ese momento de reflexión me di cuenta que en muchas madres se nos instauró la cultura de "todo para los hijos" y, si bien no es mi caso, muchas madres se postergan todo momento de felicidad personal e individual, así como tiempo y costos de su cuidado personal, sean cremas para la piel, un buen corte de cabello, un maquillaje nuevo o una salida al cine...
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Gracias @mayvileros!!!
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Me sentí identificada contigo porque también soy lectora y como bien mencionas ahora adquirir un libro se ha convertido en un lujo que lamentablemente no todos se pueden dar. En mis visitas a las las librerías se me hace muy difícil no llevarme uno o varios a casa, por eso siempre destino un porcentaje de mis ganancias a ese fin.
En cuanto a lo que planteas, estoy de acuerdo contigo. Muchas personas y no sólo madres caen en ese papel de abnegados donde aplazan sus necesidades por las de los demás y las disfrazan detrás de un falso sacrificio.
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Gracias por tu comentario, y dices algo que no había considerado, pero muy cierto, es decir que hay quienes caen en ese juego de abnegación en otros ámbitos y con diversas personas y no necesariamente con y por los hijos sino con amistades y amores... Valdría analizar este aspecto.
Saludos!
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