Son tan diversas como innumerables las artimañas que el homosapiens ha encontrado para hacerse de un lugar en la tribu. Y qué otra cosa es el "oficio" sino eso, una etiqueta de distinción que responde a una manera de auto clasificarse, una máscara que uno mismo se coloca para refugiarse y, por ende, un aliciente que, algún lugar de lo que somos reconoce como vital desde la pasión y/o desde la resolución pragmática de las necesidades de la vida y sus angustias.
Y hay un punto, el más divertido a mi parecer, en que los oficios cubren necesidades y si no las crean para perpetuarse en el vasto paso del tiempo en donde todos queremos/reclamamos un espacio, esa pequeña huella en el infinito que a tantos angustia, el grano de arena, una página en la historia, algún nexo irrevocable con esta materia que nos deje soltar el cuerpo en paz sabiendo (o creyendo) que vencimos la muerte.
Está claro que los hay de todo tipo y pretensiones, unos con más penas y otros con más glorias: quien hace el pan, quien cose la ropa, quien cura a los enfermos y quien los defiende de quien los cura y quien los enferma; quien construye las casas y quien las vende; quien hace las sillas, las mesas y los estantes y quien macera el vino; quien trae gente al mundo y quien entierra los muertos; quien organiza las fiestas y quien las arruina; quien cuida el dinero y hasta quien lo roba. Y en cualquier caso, entre tanto ir y venir están los que contemplan, los que cuentan la historia de la tribu. Los cronistas son una fauna variada; allí están quienes escriben echando el cuento, quienes mienten y quienes desmienten y quienes registran acuciosos todas las fechas y todos los signos. Allí, en alguna de esas ramificaciones están los que cantan.
Pues si, yo creo que quien canta también cuenta. Lo maravilloso es que quien canta también puede ser todo lo demás: quien canta miente, desmiente, cura, enferma, construye, destruye, arruina, sublima, roba, entrega, embriaga, hipnotiza, estafa, propina sonrisas y contribuye con tantos encuentros y desencuentros alcance su radio indiscreto y seductor.
La canción es víctima y victimaria y quien canta también. Es un acto de desnudez para quien las hace y para quien las recibe. La canción te fragua y te funde; se torna compañera y también fantasma que asecha. Pero lo mejor/peor del asunto es que nadie escapa de ella. A todxs alguna vez nos agarró alguna y nos engulló entre sus fauces para luego soltarnos llenos de sus piel vibrante.
Yo puedo decir esto con toda propiedad, con la certeza de que, quien esté leyendo, algunas canciones tendrá en su haber que lo cuentan, que le remiten a sus recuerdos más coloridos y felices o a sus torbellinos más oscuros. Pero, a decir verdad, yo que hago canciones, yo que canto y cuento, a veces (muchas veces) no sé por qué lo hago.
Escapar, esa es otra bondad de los oficios. Nos permita asimilarnos a un modus vivendi que puede llegar a parecerse mucho al lo que queremos. Y creo que ahí siempre encuentro un motivo. Hacer canciones para contar, si, pero también para escapar. Para contar la historia de la tribu desde algún lugar idílico, irreal, onírico que se arroje a otro umbral más parecido al absurdo.
En estas publicaciones comenzaré a ahondar en torno a mi experiencia haciendo canciones. El qué, el cómo, el cuándo, el por qué, el para qué, los para quién, los tiempos, los lugares y las cosas que las convocan. También, sobre las canciones que no escribí, las que quisiera haber escrito y las que no desearía escribir jamás. Siempre con más preguntas que respuestas, de hecho muchas veces sólo con preguntas pero siempre con alguna canción en el centro de todas las palabras.
Así ordenaré el caos que habita en mi cabeza en torno al tema mientras publico y viceversa. Cierto esta entrega con "la fortuna y la casualidad", una canción que todavía puedo cantar con la frente en alto y en una versión a guitarra y voz de hace más de un año atrás. -->
El arte vivido por el artista y experimentado por el público debe ser una de las mejores cosas de estar vivo.
Suerte, amigo, y aquí estamos.
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Animo amigo a echarle ganas saludos y a crecee como comunidad no te desanimes
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