Ramoncito y Pecheche y de lo que les aconteció en Cumanacoa

in spanish •  7 years ago 

Este brevísimo cuento es la primera de una serie de aventuras vividas por este par de inseparables amigos. He aquí la historia de lo que les pasó en Cumanacoa, en es estado Sucre en Venezuela. Les presento a Ramoncito y a Pecheche.


Fuente

Desde que Ramoncito y Pecheche tienen uso de razón, son amigos. Siempre han andado juntos para arriba y para abajo. En Carúpano, en unos carnavales, conocieron la alegría, en Manicuare conocieron el fastidio, en Cumanacoa el miedo, y la seriedad en Cumaná. Es digno de contar lo que les aconteció en Cumanacoa, que fue el lugar donde conocieron el miedo.

Ramoncito y Pecheche habían llegado a Cumanacoa como a las 9:00 de la mañana, con la certeza de que algo los acechaba. Sentían que todo lloraba un llanto de cañaverales. En la parada de los carritos por puesto que van para San Lorenzo, había dos niñas y una señora que iban para un velorio, de esto se enteraron Ramoncito y Pecheche después, conversando con la señora. Era el velorio de una mujer policía.

Ramoncito y Pecheche estaban conversando con las dos niñas y con la señora, cuando de pronto se vio venir a lo lejos un muchacho en una moto. Que era un muchacho lo supieron fue después cuando finalmente él estuvo muy cerca. La moto era una chappy amarilla y esto si lo supieron desde más o menos lejos. La chappy se fue acercando. Venía tan duro que pareció por un momento que los iba a atropellar. Ramoncito y Pecheche tuvieron mucho miedo. No sabemos si la señora y las dos niñas también lo tuvieron. Lo único que se escuchaba en todo aquello era el silbido seco del motor de la chappy. Cuando esta estuvo relativamente cerca, el muchacho hizo un gesto como de morderse la lengua con rabia. Y aquel gesto fue interpretado por Ramoncito y por Pecheche como una señal de peligro. Luego el muchacho se inclinó hacia adelante en la moto, gesto que hizo más angustiante la sensación de acechanza. Y cuando la chappy estuvo ya muy cerca del grupo de gente, Jesús Vicente, que luego supimos que así se llamaba el muchacho, coleó la moto cerquita, a menos de un metro de donde estaban Ramoncito y Pecheche, la señora y las dos niñas. Y entonces, como quien pregona mangos, les preguntó: “¿Van a comprá maní?”. Y como ninguno de ellos quiso comprar maní desapareció en su moto tan rápido como había llegado.

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Creí que el motorizado era un malandro. Lo de la seriedad en Cumaná no me lo creo. Tengo la impresión de que la única seria aquí soy yo. Aun así la historia es bastante creíble y vi en las caras de los personajes el fenotipo más común de la gente del oriente del país.

Gracias @hijott por compartir tu parecer del cuento. Muchas gracias

Buena idea esta de crear unos personajes para narrar estos pequeños eventos que hacen la cotidianidad sorprendente de nuestras tierras y su gente; además un relato hecho con buen "suspense", humor y concisión. ¡Me gustó, @cantantecumanes!

Gracias @@@josemalavem me honra ser leído por usted. Esperemos que pueda seguir produciendo textos por acá.

@cantantecumanes, eso es lo que yo llamo un cuento de carretera, carretera sucrense, con olor a pomalaca, policías acostados, culos bellísimos pidiendo cola, y alguno que otro músico sacando cuadro.
Ah tiempos, en que yo andaba en mi moto por esos mundos. Gracias por la frescura de tu cuento.

Gracias @acostacazorla por tu comentario. Qué bueno que te haga rememorar dulces y viejos recuerdos.

@cantantecumanes, qué cotidiano y bien logrado ese relato. Lo que no te creo es lo de la seriedad en Cumaná.
Gracias, me hizo reír.
Saludos.

Muchas gracias @sandracabrera por tu comentario. Ciertamente todo cuento tiene su exageración y su mentira. Y cuesta mucho creer que la seriedad la conocieron en Cumaná.

jajaja. Te leí y me hiciste recordar un tío que siempre contaba cuentos en las reuniones familiares y que normalmente eran supuestas peripecias de él. La mayoría era invento, pero le quedaban de un genial. Me gustó mucho el tono de tu relato, @cantantecumanes.

Gracias @nancybriti me alegro mucho que te gustara.

Un giro sensacional. Un final inesperado. Me atrapo y me traslade al lugar. Antes de llegar al final ya le había sacado conclusiones:

  1. El mororizado se mata.
  2. La señora y dos niñas son apariciones.
  3. Los atraco el motorizado.

Pero jamás me imagine que podría ser un vendedor de maní.
¡Exquisito!

Cumanacoa siempre fue un pueblo que espantaba el miedo, ahora cómo qué cargamos un susto encima. Me sentí identificada al leerlo. Sentí lo mismo una vez que se nos paró una moto al lado y dijo - pana, se me acabó la gasolina. Además, narras muy bien. Gracias por compartirlo @cantantecumanes. Te felicito.

Me honran tus palabras @antolinamartell agradecido contigo por haberte tomado el tiempo de leerme.