[Fuente](
Semana Santa. Ayuno, penitencia, oración, valorización del sacrificio más grande que hombre alguno haya realizado por la humanidad. Entrega total de su ser por amor al prójimo, redención del pecado.
Él nos libró de la muerte y nos dejó la esperanza de la resurrección.
Nuestro querido pueblo con bellas obras de arte, imágenes de un estilo majestuoso, tallas hechas por magníficos escultores que nos dejaron la escenificación de los pasos de la pasión y muerte del Rey de Reyes: nuestro Señor Jesucristo.
Un Jesús en el Huerto de los Olivos, esplendoroso, donde vemos el ángel dándole el Cáliz de la Salvación y el Viernes Santo nos lucimos con la imagen del Cristo yacente, el Santo Sepulcro.
Está allí, en su urna de cristal, lacerado, golpeado, con sus ojos entreabiertos como queriéndonos decir: "Vi lo que me hicieron, sin embargo los perdono"
El Viernes Santo es de solemnidad. Se oye el Popule Meus en los alrededores de la iglesia y la feligresía va hacia la Casa del Santo Sepulcro para asistir a la procesión que termina en la iglesia Matriz. Allí los oficios correspondientes al día y luego, en la noche, volverá a su casa para permanecer allí expuesto hasta el año venidero.
Pero cuántas historias se tejen alrededor del Santo. Llenas de encanto, de fortaleza, centradas en las acciones de los devotos que brillan con amor.Una de ellas aconteció en la década de los '60.
Presenciamos un Viernes Santo de pasión, de prevención a favor o en contra. El cura párroco de esa época tuvo la osada idea de que la venerada imagen estuviese en la iglesia en vez de pernoctar en su vieja casa de estilo colonial donde ha permanecido desde que fue adquirido por una respetable familia villacurana.
Pueblo y Cofradía se oponen a la idea y se vive un Viernes Santo de pasión y tensión espiritual.
La imagen es sacada en procesión en la mañana como es la costumbre y al llegar frente a ka iglesia es desviada a un lado de ella para ser expuesta en la gruta de Lourdes a la merced del pueblo; por temor que si entraba al templo no la dejaría salir. Comienza la procesión nocturna a eso de las 7 p.m. y el rumor es más fuerte que la misma sería derivada al llegar a la esquine de la placita El Águila y no permitir su marcha sepulcral hasta su casa. Hay preocupación, dime y direte corre, se hace presente; hasta un sargento ofreció darle unos planazos al señor cura - ¡Mayor ofensa se ha visto! - si no acatase el deseo del pueblo y todo quedó en el rumor.
El Santo continuó bajo las marchas sacras en su honor acompañado por el son del redoblante hasta su morada.
A lo mejor el cura quedó profundamente disgustado, dejó pasar algunos días para dar licencia a otras promesas y con la confianza de que Dios nos ama por igual y de manera incondicional.
Este año sí podrían dar esos planazos por no acatar la orden #Quédate en casa (por el coronavirus)
Semana Santa. Ayuno, penitencia, oración, valorización del sacrificio más grande que hombre alguno haya realizado por la humanidad. Entrega total de su ser por amor al prójimo, redención del pecado.
Él nos libró de la muerte y nos dejó la esperanza de la resurrección.
Nuestro querido pueblo con bellas obras de arte, imágenes de un estilo majestuoso, tallas hechas por magníficos escultores que nos dejaron la escenificación de los pasos de la pasión y muerte del Rey de Reyes: nuestro Señor Jesucristo.
Un Jesús en el Huerto de los Olivos, esplendoroso, donde vemos el ángel dándole el Cáliz de la Salvación y el Viernes Santo nos lucimos con la imagen del Cristo yacente, el Santo Sepulcro.
Está allí, en su urna de cristal, lacerado, golpeado, con sus ojos entreabiertos como queriéndonos decir: "Vi lo que me hicieron, sin embargo los perdono"
El Viernes Santo es de solemnidad. Se oye el Popule Meus en los alrededores de la iglesia y la feligresía va hacia la Casa del Santo Sepulcro para asistir a la procesión que termina en la iglesia Matriz. Allí los oficios correspondientes al día y luego, en la noche, volverá a su casa para permanecer allí expuesto hasta el año venidero.
Pero cuántas historias se tejen alrededor del Santo. Llenas de encanto, de fortaleza, centradas en las acciones de los devotos que brillan con amor.Una de ellas aconteció en la década de los '60.
Presenciamos un Viernes Santo de pasión, de prevención a favor o en contra. El cura párroco de esa época tuvo la osada idea de que la venerada imagen estuviese en la iglesia en vez de pernoctar en su vieja casa de estilo colonial donde ha permanecido desde que fue adquirido por una respetable familia villacurana.
Pueblo y Cofradía se oponen a la idea y se vive un Viernes Santo de pasión y tensión espiritual.
La imagen es sacada en procesión en la mañana como es la costumbre y al llegar frente a ka iglesia es desviada a un lado de ella para ser expuesta en la gruta de Lourdes a la merced del pueblo; por temor que si entraba al templo no la dejaría salir. Comienza la procesión nocturna a eso de las 7 p.m. y el rumor es más fuerte que la misma sería derivada al llegar a la esquine de la placita El Águila y no permitir su marcha sepulcral hasta su casa. Hay preocupación, dime y direte corre, se hace presente; hasta un sargento ofreció darle unos planazos al señor cura - ¡Mayor ofensa se ha visto! - si no acatase el deseo del pueblo y todo quedó en el rumor.
El Santo continuó bajo las marchas sacras en su honor acompañado por el son del redoblante hasta su morada.
A lo mejor el cura quedó profundamente disgustado, dejó pasar algunos días para dar licencia a otras promesas y con la confianza de que Dios nos ama por igual y de manera incondicional.
Este año sí podrían dar esos planazos por no acatar la orden #Quédate en casa (por el coronavirus)