¡No permitan que les arrebaten la civilización!

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Hace unos días, tenía la mirada fija en el botón-switch de mi cigarrillo, esos de marca “Belmont Swicth”. Tenía bastantes días que no fumaba un cigarrillo, porque en el fondo soy un intransigente y, quizá, un tanto hereje por lo que estoy a punto de esgrimir: si no se trata de cigarrillos mentolados no estoy dispuesto a reducir la capacidad alveolar de mis pulmones. Entonces, en ese instante supremo para mí como fumador, mi madre, situada emocionalmente entre la sorpresa y la conmiseración, me informó de lo que estaban transmitiendo en las noticias de twitter; un ataque terrorista en Barcelona, España. La miré patidifuso. Chocó en su cadera, a ambos extremos, las palmas. Yo salí al pasillo de la torre donde vivimos e inmediatamente encendí el cigarrillo. El mentol que acariciaba mis vías aéreas, junto al efecto de la nicotina, distendieron mi cuerpo. Antes de encenderlo, tenía estrés por la noticia. En Venezuela suelo vivir cada suceso al máximo, emocionalmente hablando. Y estoy saturado. Muy saturado. La rabia está en mí, como la pus en los abscesos. Mi madre, mientras acariciaba a uno de los perros y veía la telenovela que transmitían, donde por cierto, por el audio sabía que era una escena íntima, con magreos y demás cosas características de la concupiscencia de los enamorados, me preguntó en voz alta, entablando una pequeña conversa:

— ¿Por qué los terroristas hacen lo que hacen? O sea ¿Qué es el terrorismo?

La verdad, no tenía muchos ánimos de conversar, mi madre y yo no solemos conversar tan seguido. Pero vaya que fue una buena pregunta. Me mantuve meditabundo unos segundos, escasos segundos, y sólo pude responder:

—Mamá, para no ir tan lejos porque tampoco sé mucho al respecto: es el terror que devino masa.

Mi madre añadió:
—¿Por qué hacen lo que hacen? ¿Qué los motiva a esto?
Y yo respondí:
—Eso lo sabremos cuando den con el financiamiento de estos grupos terroristas. Los financistas son los verdaderos ejecutores de esto. Yo aún me pregunto, como ISIS tenía a su disposición toda una flota de camionetas Toyota, camionetas producidas en territorio estadounidense. Mamá, localizando el flujo de dinero, se localizará a los verdaderos responsables.

Eso fue todo.

¿Por qué el dinero es la raíz de todo esto? Hace unos cuantos meses, por motivos de las sanciones impuestas a Venezuela, se empezó a especular el porqué de sanciones únicamente dirigidas a Tareck El Aissami y no también a Diosdado Cabello dado que, actualmente, ambos son los mafiosos más poderosos que hay en la cúpula tiránica, pero, hay una diferencia: ellos representan una escisión en el control del cartel de los soles; uno por allá, otro por acá, dentro de la misma organización, pero con la misma jerarquía o algo así. Pero, lo que los diferencia, es que además, Tareck El Aissami está vinculado directamente a grupos terroristas del medio oriente, de hecho, fue quien condujo la proliferación de células terroristas en suelo venezolano y, según fuentes oficiales del senado estadounidense, estas organizaciones terroristas (ISIS, Hezbolla, ELN, ETA, FARC) están en un estadio embrionario de organización operativa, o sea, Venezuela está rumbo a ser una organización terrorista en el Caribe, además del entramado subyacente que son los carteles de narcotráfico, lavado de dinero, operación delincuencial de grandes bandas armadas a nivel nacional e internacional, de lujo ¿no? Pero ahora ¿Por qué uno sí y el otro no? ¿Por qué no matar dos pájaros de un tiro? No lo sé, pero, no es porque el narcotráfico sea precisamente el “mal menor”. Y a esto quería llegar para explicar porque le respondí a mi madre lo del financiamiento: ambas se tratan de procesos macabros, pero en el narcotráfico el dinero es el único fin y en el terrorismo es el único medio para lograr un fin. Sólo localizando las cuentas bancarias que financian estos grupos sabremos de qué trata realmente.

«Camarada» es el vocablo con que se reconocen aquellos que comparten «Identidad de causa»: a mis camaradas de Europa, porque nuestra causa, esté usted en el continente europeo y yo en el sur de América, es Occidente, les digo: no permitan que les arrebaten la civilización y la identidad por la instauración de un proyecto de Integración cultural que hasta ahora no es posible. Ni será posible: para el islam un cielo abierto es la mayor de las ofensas… ¡La tolerancia es un vocablo prohibido para ellos! No quisiera pensar que esta integración cultural devenga en un profundo conflicto separatista que, por cierto, es análoga a ese escrito, el programiasmático manifiesto comunista, que muy bien se sabe es la significación histórica de la imposición y dominación de una clase social sobre otra, y sin necesidad de racionalizaciones para justificar lo injustificable muy bien se comprendería cómo podría imponer y dominar una clase social sobre otra. Parecido a lo que experimento muy de cerca en Venezuela: el proyecto nacional Simón Bolivar, que, en investigaciones de la analista situacional Aura Palermo, según diferentes fuentes, en primera instancia este proyecto antes de ver la luz era llamado “proyecto federal zamorano” nada más y menos enmarcado en la filosofía de Ezequiel Zamora, causante de la guerra federal y significante del obscurantismo que azotó estas tierras. El Corán, creo que en su premisa base, plantea la ejecución de un plan de dominación religioso y militarista basado en la «persecución de los infieles». Me suena mucho a eso de imposición y dominación de una clase religiosa sobre otra. Parecería lógico de que el Estado islámico y los musulmanes tradicionales sean mutuamente excluyentes, pues, uno y otro imponen de diferentes formas, pero ¿Qué si realmente son las partes escindidas de un mismo plan? En un posible conflicto separatista, una dicotomía entre occidentalismo e islamismo no conduciría a un horizonte donde se observe la bifurcación del camino social y religioso sino el punto de inicio para la extracción del órgano infectado; ideológicamente análogo al programiasma comunista, que, como ya señalé un poco antes, es la significación de un cisma que deviene guerra entre clases, hasta que la “oprimida”, el proletariado, el obrerismo romántico y exultado gane y se imponga. En este contexto, se eterniza la guerra, se le injerta paroxísticamente la devoción militarista como acceso a inefables goces y cada bocanada de pólvora es un orgasmo en la boca de los fusiles. Un ejemplo de esto es la “Guerra económica” que supuestamente vivimos en Venezuela.

Atrévase usted, bella dama, a frecuentar los alrededores de un barrio musulmán en Europa; la violencia verbal y física no será normal. Mucha gente lo ha experimentado, colegas lo han experimentado, una amiga cercana a mí lo ha experimentado. Plantear convivencia con quienes adversan sistemáticamente diferentes torrentes existenciales y lo califican como lodo existencial, no es sano ni inteligente para ningún gentilicio. Eso es imponer terror; hacer que devenga masa.

He escuchado diferentes mandatarios expresarse y todas sus alocuciones son circulares entre sí: “No tenemos miedo”, “Hay que seguir viviendo socialmente como si nada y demostrarles que no significan nada para nosotros”, “Mis condolencias”, “Con profunda afectación informamos el deceso de ciudadanos a manos del terrorismo; nuestras condolencias”, “No caigamos en la trampa de la islamofobia”. Yo, como ciudadano venezolano, he escuchado durante casi ya dos décadas los mismos argumentos de quienes tienen casi ya dos décadas “representándonos” políticamente. Y puedo afirmar que no sólo los opresores te quitan la vida y aducen la sumisión maquillada de comparsa social, religiosa y democrática. No permitan que les arrebaten la civilización. Yo en Venezuela lo estoy pagando muy caro.

Personas a las que el terrorismo islámico les arrebató la vida; el pasado, el presente, el futuro...

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