Desde hace años se han venido introduciendo al mercado los alimentos transgénicos, y muchas veces el consumidor desconoce esta realidad. Es por esto que hoy la sección de Ingeniería de Cervantes Ciencia abre un espacio a este tema de importancia para todos.
La Ingeniería genética permite transferir ADN de un organismo a otro, generando un OGM (organismo genéticamente modificado). Los alimentos transgénicos son alterados por OGM o producidos a partir de ellos, con el fin de lograr nuevas características deseadas en el organismo final.

En 1982 se implementó esta tecnología por primera vez de manera comercial para producir insulina humana, importante sustancia que se usa para tratar la enfermedad de diabetes aún en nuestros días.
Posteriormente, en el año 1994, se introduce por primera vez en la industria alimentaria un alimento transgénico para consumo humano: el tomate tipo Flavr-Savr, modificado genéticamente para prolongar su estado de madurez sin llegar a la putrefacción. Más adelante lo retiran del mercado de alimentos frescos, por presentar aspecto blando y cambios en su composición.

En la actualidad, los alimentos transgénicos se encuentran ampliamente comercializados en todo el mundo, en especial el maíz, la colza, la soja y el algodón. Se ha logrado que sus cultivos sean resistentes a plagas, virus, bacterias, hongos e insectos, hasta el punto que se puede eliminar el uso de plaguicidas. Otro de sus beneficios es el de producir plantas capaces de resistir la sequía, de manera de garantizar que los cultivos no se pierdan ante los cambios climáticos. Otros alimentos transgénicos que se han ido introduciendo en el mercado son la patata, papaya, remolacha, calabaza y arroz. Es de resaltar, en el caso del arroz, que se ha producido el tipo dorado, con alto contenido de vitamina A, para aquellas poblaciones con bajo nivel de nutrición, y que disponen del arroz como fuente principal de alimentos.

Las normas que regulan este tipo de alimentos varían dependiendo de cada país, inclusive hay países que no cuentan con ningún tipo de regulación.
En general el marco regulatorio y sus normas persiguen controlar los riesgos y posibles daños en la salud del ser humano y en el ambiente. Antes de la comercialización de un producto, este debe cumplir un protocolo y ser evaluado suficientemente para garantizar la seguridad alimentaria y la seguridad ambiental. Las autorizaciones tienen un período de vigencia de 10 años.
Las entidades encargadas de reglamentar las disposiciones en alimentos modificados genéticamente más conocidas son las siguientes:
En Europa: Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria y Nutrición (EFSA).
En España: Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la
Comisión Nacional de Biovigilancia y la Comisión Nacional de Bioseguridad.

Aún cuando existen evaluaciones de inocuidad, no quiere decir que su consumo no produzca efectos dañinos a mediano y largo plazo en la salud humana; no obstante no se han publicado estudios concluyentes que afirmen su efecto perjudicial en esas escalas de tiempos.
Las mayores preocupaciones en relación a los riesgos potenciales por el consumo de estos alimentos es el desarrollo de alergias, resistencia a antibióticos, entre otros riesgos.
En este sentido, algunas legislaciones exigen el etiquetado de los alimentos transgénicos. Por ejemplo, la Unión Europea, a fin de que los consumidores conozcan lo que están comprando y de ofrecerles una información oportuna antes de su consumo, reglamentan que los alimentos sean etiquetados como evidencia de que contienen organismos genéticamente modificados o se han producido a partir de estos, permitiéndole a la persona elegir si lo adquiere o no.
En todo caso, recomiendo estar al pendiente de las actualizaciones en el tema, ya que existen dos vertientes, una que defiende el uso de estos productos y otra que lo detracta. ¿Qué crees tú? ¿Son seguros estos alimentos modificados genéticamente?... Sería interesante saber tu respuesta.

El equilibrio en el que se encuentran los bosques de mangles se ve afectado directamente por la antropización (transformación que produce el ser humano sobre el medio) debido a la tala de estos para “despejar” áreas que puedan funcionar como playas, para el cultivo de camarón y producción de sal. Deberíamos recordar que los manglares forman parte de una triada orgánica de defensa, junto a los corales y pastos marinos. Esta conjunción genera una cadena que está en constante intercambio de energía y materia: al verse afectado un eslabón, se produce una modificación en toda la estructura. Es lo que observamos cuando se pierden manglares por el exterminio de praderas de macroalgas y la remoción de pastos marinos como consecuencia de actividades con explosivos o destrucción directa de corales.

Frente a esta situación, diferentes organizaciones en pro del ambiente han alzado sus voces y han logrado grandes avances a nivel legal en el desarrollo de acuerdos para la gestión y conservación de estos ecosistemas, entre los que están la Convención de Ramsar sobre los Humedales en Irán (1975), la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (1973) y la Convención sobre Cambio Climático de Nueva York (1992).

Los manglares pueden considerarse gigantes amables, que se extienden por vastas distancias, ofreciendo hogar a un sinfín de especies animales y protegiendo la vida de millones de personas que en su mayoría no comprenden qué son ni qué papel tan importante juegan estos bosques en sus vidas.