Mujer Otoño - Carta a la mujer que inspiró mi arte.

Existen personas que cuentan con una magia que puede cambiar tu forma de ver la vida a la brevedad en la que notas su existencia. En tu caso, tus colores crearon una gama armoniosa en mi memoria y se quedaron allí por siempre. De hecho, ni siquiera había considerado que las personas podían ser colores.

Tú eres una hermosa gama de otoño, un bonito paisaje que combina el marfil y el bermellón de manera tan acertada que por donde quiera que pasas, pintas tu alrededor y todo encaja, nada contrasta, todo eres tú y ni siquiera lo notas

Habría que ser ciego o tonto para no notar que estás allí con tu magia, deslumbrándome y metiéndote cada vez más en mi corazón. ¿Acaso sabes que este mundo no te merece? Yo que soy el más mundano, sé bien que no soy merecedor de ser tocado por esas manos que destilan polvo de estrellas, pero me haces sentir tanto, me haces creer tanto, que estoy dispuesto a dejar mi vida humana y volverme etéreo como tú, sólo por tener la posibilidad de que me expliques cómo haces para emanar tanta magia y que me hagas saber de qué mundo viene, pero sobre todo, por adivinar por qué me enamora tanto.

No aspiro más, pues sé que tu corazón está en un lugar lejano al que no pertenezco y en el que me encantaría existir, pero me tocó ser humano.

Tú, tan tú… Siempre linda y siempre noble, me enseñaste que lo desconocido lleva consigo tantos misterios hermosos, que podrían hacer que una persona entendiese que se desconoce, que tu misterio podría llevar a las personas a experimentar cosas que no habían hecho, solo por alcanzarte, solo por comprenderte.

En mi locura, entendí que no podía ser como tú, que soy de este sitio y que no podía pertenecer al tuyo, pues soy humano, y tú eres vida, por lo que intenté que me notaras siendo así de terrenal.

Si saber de arte me ayudaría a comprenderte, aprendí arte, si aprender a viajar en sueños lúcidos me llevaría a visitar tu planeta, aprendí, y conocí personas, lugares y fantasías, pero no te encontré a ti. Hice malabares con cristales de fenaquita y convencí al mundo de que podía ser el mejor en muchas cosas, y fui el mejor en muchas cosas, pero nada llamaba tu atención.

Con mucho dolor, entendí que el propósito de que existieras en mi vida no era conocer tu amor, pues sabía que yo no era mágico y que nunca conectarías tus ojos divinos con los míos que son tan vagos. Sin embargo, entendí también que es hermoso que estés allí, siendo tú, inspirándome y adornando los paisajes de mi cotidianidad. Quizás por eso es que estás aquí sin notar tu magia, pues si supieras que otros pueden verla, no podrías emanarla con tanta naturalidad y de manera tan hermosa. Por lo tanto, no llenarías de tus lindos colores los lugares en los que estás y le quitarías al mundo, solo con no estar en él por unos momentos, una de las cosas más bonitas e inspiradoras que tiene... Me refiero a ti siendo tú.

Diseño de mi propiedad, ilustrado por Maria Victoria Urdaneta.