Aferrate a tu libertad

Es difícil mirar nuestros errores para poder reconocerlos y más cuando pensamos que estamos haciendo bien las cosas. Pasamos toda una vida o parte de ella viviendo bajo estereotipos rígidos, para que los demás sean felices y generarles tranquilidad. Vivir bajo reglas es algo básicamente saludable de eso no hay duda, pero cada etapa de la persona tiene sus propias reglas en el juego de la vida.

En algunos casos las reglas están en las personas tan intrínsecas que forman capas o escudos por así llamarlos que no permiten al individuo avanzar socialmente a la siguiente etapa. Miedo a lo nuevo, la inseguridad que genera lo desconocido se internaliza en la persona convirtiéndoles en sumisos que son incapaces de tomar decisiones propias. Nadie les dijo que sería fácil al contrario aprendieron a ver lo que estaba más allá de sus ojos como algo tenebroso y dando por sentado, que el lugar más seguro era en la zona de confort donde los riesgos no existen. Allí es aburrido pero tienen tranquilidad. El tren a toda velocidad de la vida no era la mejor opción sino un peligro del cual ningún "casi luchador" quiso tan siquiera observar de lejos. Es más fácil ver como los demás caen y mueren en el intento que estar en sus zapatos para soportar todo lo que esto produce.

A pesar de conocer los beneficios del triunfo no son capaces de pelear por ello. Son los más seguros tienen"todo", confort , sosiego, los problemas los podían ver desde lejos sin ser afectados, la palabra luchar era algo que siempre escuchaban y luchadores así mismos se llamaban para sentirse bien, pero no era así, nunca fueron luchadores de verdad ya que esto representaba un riesgo; perder en el intento siempre deja secuelas, y no estaban preparados para eso. La frustración era uno de sus mayores temores nunca habían querido conocerla, se decía que esta los podría hacer morir en pocos instantes. Siendo solo rumores falsos se preguntaban ¿Quién querría morir? Estos jóvenes no se tomarían semejante riesgo, sin querer que ya estaban en territorio de pusilánimes

Planeaban subir montañas y también preparaban todo lo concerniente a ello. Después de recorrer bastante tiempo y llegaban a la montaña, debían subir unos cuantos metros cuesta arriba, tal vez no era mucho pero a sabiendas de lo que vendría se devolvían nuevamente a su lugar de partida. Les gustaba el camino pero jamás accederían subir esa colina tan desprovista de seguridad. Su prudencia era mayor que su valor y de esa manera muchas cosas dejaron a la mitad, sin derecho a ser culminadas.

El tiempo es certero y un tajante juez de los individuos, porque a veces trabaja como un espejo retrovisor resaltando cada falla, cada error que hoy nos paraliza. El tiempo muestra todo aquello que no pudimos hacer, que ya nunca aremos, y lo que de alguna manera nos muestra los errores que hoy nos cuestan grandes proporciones de frustración, por el hecho no querer luchar. ¡Qué triste es entender la realidad después de tanto tiempo! Después de perder años de juventud en miedos sin fundamentos, formados por ideas implantadas acerca de cómo vivir mejor, dejando a un lado que nadie aprende por cabeza ajena y que esto son solo cadenas que atan las mentes para negarles la libertad, que les pertenece por derecho. Hoy más que nunca no dejes de luchar por tus objetivos, la constancia es la clave del éxito.