Milagros del cielo.

Christy (Jennifer Garner) y Kevin (Martin Henderson) Beam son padres de tres niñas en un rancho de Texas, de repente una de ellas (Annabel) empezó a padecer lo que su madre Christy llamaba “Problemas con las tripas” dolorosos calambres abdominales acompañados de una aguda hinchazón,que los doctores minimizan sin llegar a dar con la solución al problema. Los médicos locales sugerían de todo, desde alergias a intolerancia a la lactosa; pero Christy estaba segura de que el problema de su hija era algo más serio.

Christy quiere que su hija sea atentida por el doctor Samuel Nurko, reputado en todo el país, cuya investigación en el pediátrico Boston Children’s Hospital se centraba en trastornos de motilidad gastrointestinal.Pero ella no lograba obtener una cita a pesar de meses de llamadas telefónicas y de cartas. Es así que decide tomar un avión hacia Boston con Annabel para presentar personalmente su caso al médico.

La persistencia cobró sus frutos y el doctor Nurko pudo diagnosticar con precisión la condición de Annabel.

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De vuelta en casa después de otra hospitalización, se encontraba jugando en el jardín de la casa familiar en Texas, Animada por su hermana mayor, subió al enorme álamo que hay en el patio. Sin previo aviso, la rama en la que se había encaramado crujió y calló, se precipitó diez metros por la oquedad interior del álamo y aterrizó de cabeza en la profundidad del árbol hueco, estuvo inconsciente en el albor por mas de 5 horas. La caida de annabel dentro de aquel arbol pudo haberla matado pero extrañamente la curo.Su abdomen hinchado había vuelto a su tamaño normal y era capaz de ir al baño también con normalidad. Por primera vez, después de meses de alimentación por incómodas sondas, podía comer la comida habitual.

Los médicos empezaron a retirarle sus medicaciones y, llegado el momento, se le dio el alta de su gastroenterólogo pediátrico.

“Jesus debía estar con esa pequeña en aquel árbol", dijo el doctor, “porque no tiene nada.

Pocos dias despues de su inesperada recuperación la niña compartió con sus padres lo que había vivido aquel día

Mamá, fui al cielo mientras estuve en ese árbol”, dijo la niña. “Me senté en el regazo de Jesús. Me quería quedar allí, pero me dijo que no podía”.

Christy Beam afirmó:

“No vivimos nuestras vidas de forma diferente, porque nunca perdimos nuestra fe. Oh, fue duro y para mí supuso todo un reto a veces. Me preguntaba, ‘Vale, Dios, ¿tienes un plan? ¿Cuál es tu plan?’. Pero siempre sentíamos que Dios controlaba nuestras vidas, incluso la enfermedad de Annabel. Ahora que está bien, puede mantenerse fuerte y poner un signo de exclamación a nuestras creencias”