Bajando por unas escaleras viene un señor de mi color de piel, de unos cincuenta años más o menos y me dice:
- Do you speak English? (¿Hablas Inglés?)
Hice algunos cursos de inglés y tengo un bonito de diploma en mi pared, pero realmente, no hablo inglés, a menos de forma fluida. Coloquialmente hablando “machuco” el inglés.
Me detuve, él también y me quedé viéndolo sorprendido mientras pensaba qué responderle. Su expectante emoción reflejaba una mirada de esperanza. Mientras hacía un movimiento con las manos, le dije:
- So so (regular)
El señor, totalmente en inglés, me dice algo como:
- ¡Qué bien! ¡Qué alegría! ¡Eres el primero! Nadie habla Inglés
Le dije que no era que lo hablaba, pero que más o menos podía defenderme. El señor se presentó y me dijo que se llama Angel. Emocionado y a la vez apenado, me dice que necesitaba ir a Puerto Cabello y que lo robaron. De inmediato supe que me iba a pedir dinero y ¡Voilá! Eso hizo. Me preguntó si podía ayudarlo con 3 dólares (en bolívares) para comprar algo de comer. Traté erradamente de decirle que no es normal cargar en el bolsillo 3 dólares en bolívares.
Comenzó a decirme que venía de Miami, pero que ya tenía bastantes días en Venezuela. Dijo que allá hay muchos venezolanos. Conoció Choroní, un lugar hermoso y con una carretera de miedo, como una película de terror. Me preguntó mi edad, pero quiso adivinar, casi atinando al número correcto, solo por un año.
No sé cómo, pero desde que estudié inglés me da como pena practicarlo con mis amigos bilingües. Aquí no tenía opción, tenía que entender sí o sí, y lo estaba logrando, aunque no en un 100%. Él me ayudaba corrigiendo algunas de mis frases.
Me dijo que quería ir a la farmacia a comprar galletas. Le ofrecí algo de comer, pero él prefirió eso, porque la comida debe comérsela al momento y las galletas las puede administrar. Fuimos a la primera farmacia, pero había muchas personas. Me dijo que fuéramos al Farmatodo de la esquina, pero no había galletas. Regresamos al centro comercial y fuimos a una farmacia que está arriba. Allí encontramos galletas María. Él quería que le comprara 4 paquetes y 1 jugo. Yo riendo le dije que no era posible. Al final omitimos el jugo y compré galletas y una afeitadora, que fue lo que pidió. Me daba risa que él le hablaba a la muchacha de la farmacia y le preguntaba precios, pero ella no le entendía.
Salimos de allí y me dijo que si algún día podía, que fuera a conocer Brooklyn. Me habló sobre el libro que estaba leyendo, sobre su matrimonio, sobre su trabajo (aquí si no entendí ni papa) y me dijo que no era rico, pero que me iba a pagar lo que invertí en él. Me pidió un contacto y le escribí mi correo en su libro. Me dijo que tenía que ir al terminal de La Bandera. Yo entendí que quería que lo acompañara a La Bandera. Me dijo:
- No no, no es eso tranquilo. No te preocupes que no soy estúpido ¡Muchas gracias Daniel! En serio te lo voy a pagar.
Me dio un abrazo muy fuerte. Percibí un olorcito de que tenía días sin bañarse. Se despidió y se fue.
Yo quedé muy sorprendido, porque era algo que en algún momento me imaginé y que al final me terminó pasando. Ahora temo por ciertas cosas que me he imaginado (risas nerviosas).
Fácilmente cualquiera podría pensar que todo fue un teatro y el señor me robó sin pistola. De ser así, el hombre es súper inteligente y fue un robo muy original. Dudo, porque su forma de hablar no se parece a la de nadie que conozco de acá que haya aprendido a hablar inglés. Normalmente se me hace más sencillo entender a alguien que lo aprendió, que entender a un nativo. El señor hablaba como un nativo. Por otro lado, si no fue un robo, me hace sentir bien que ayudé a ese señor con unas galletas. No me ilusionaré esperando que me pague, porque soy bendecido con tantos regalos, personas, favores y oportunidades que me da Dios/la vida.
Sé que dirán que estoy loco, que fue peligroso e irresponsable todo lo que hice con el señor, y sí, tienen razón, pero una vez escuché que los locos ganan y los cuerdos no. Yo gané y experimenté una intrigante historia, digna de contar.
FIN