Existe una etapa en la que los reproches se empiezan a verbalizar... Antes de esta etapa no cabía un pensiento negativo en tu mente sobre la otra persona. Solo veías su lado bonito, lo feliz que te hacia sentir.
Todo lo que no se ha dicho en su momento tendrá que expresarse mas adelante de una forma u otra. Una vez "vendimos" nuestros valores para agradar a la otra persona. Dijimos que sí, pero queríamos decir que no. No quisimos ofender, queríamos mostrar nuestra mejor cara... Y lo hicimos desde el miedo. Miedo a que él/ella no nos aceptara tal y como somos.
Y así fue cuando paulatinamente empezó a generarse ese odio, una energía negativa que por no saber como gestionar decidimos que nuestra pareja se hiciera responsable de ella. En psicología se le llama proyección. Esta consiste en atribuir la otra persona pensamientos, emociones o sentimientos que consideramos inaceptables para nosotros pero que en realidad estamos experimentando nosotros. En cierta medida lo hacemos todos.
Si no acompañamos a este proceso de la proyección con conciencia y humildad una relación de pareja se puede convertir en un verdadero infierno... Quiero decir, se puede volver un infierno por muchos motivos, pero desde mi punto de vista el mayor problema se presenta cuando proyectamos nuestros propios sentimientos en el otro, y por lo tanto automáticamente dejamos de tener control, abandonamos la posibilidad de solucionar el conflicto, ¡pues nos creemos que no es nuestro problema! Y que por lo tanto es la otra persona la que debe hacer algo por ti.
Esta actitud te viene como anillo al dedo para darle la culpa a tu pareja de todo lo que te sucede. Le habrás regalado el poder que te corresponde a ti, el poder de hacerte cargo de ti mismo. Por inercia esta dinámica podría perpetuarse hasta el fin de tus días. Está en tus manos.