Aún recuerdo cuando la vi bailando en la discoteca, aquel vestido rojo que abrazaba su cuerpo perfectamente, tacones negros, sus labios carnosos ligeramente pintados, ojos marrones y cabello negro hasta tu cintura. Para ese momento pensé; vaya que mujer, debo ir a hablarle, entonces cuando camine hasta ti y fue entonces cuando por primera vez llego a mi tu olor, estabas sudada, aun así olías delicioso, conversamos un rato, hablas puras tonterías, no me importaba estaba hipnotizado con el olor a ti y con la pecas tan sexys que me dejaban ver tu escote.

Después de conversar y beber par de tragos me ofrecí a llevarte, para ese entonces no recordaba ni con quien había ido a aquel sitio, nos encaminamos y aun siento el aroma de tu piel secándose en el interior de mi auto, entonces me dijiste que detuviera que tenías que orinar, me detuve viendo cuando abriste la puerta, subiste tu vestido y bajaste tu tanga, no me lo creía, estaba dispuesto a abalanzarme sobre ti en ese momento cuando te escuche decir apaga el auto y acabemos con esto de una vez tontuelo, inmediatamente hice lo que ordenaste, nos pasamos a los asientos traseros y entonces la gloria vino a nosotros, el mejor sexo de la vida con la mujer más sexy que he visto, vaya estaba extasiado cuando te quitaste tu tanga tirando por la ventana y así de nada me dijiste ¿podrías ir por ellas? Me subí el pantalón, baje del auto y entonces escuche los neumáticos chillar, inmediatamente pensé, no puedo creerlo era una ladrona, revise mis bolsillos encontrándome que me había sacado el móvil y mi billetera.

Para las tres de la mañana me encontraba caminado por la autopista sin identificación y sin nada, solo llevaba en mi mano la tanga de aquella mujer que debes en cuando olía para aliviar el hecho de haber sido robado de la manera más sexy del mundo, aún conservo aquel recuerdo de la ladrona y me excito al oler tu tanga aunque me allá robado la
condenada.