Pensamientos al final del día ...

     Un día como hoy, conocí las penumbras … y comprendí que la soledad que en tantas ocasiones pensé haber vivenciado, no era más que el débil reflejo de una hoja en otoño, una hoja que cae porque el entorno a su alrededor no le deja más opciones, una hoja cegada por la decadencia tal vez, y la misma que ahora a través del llanto se asienta en un suelo gris desesperanzado. Vaya destino a ser presenciado, pues después de tantos meses solo encuentras tu camino en todo aquello que ha fenecido.  

Perdida y confundida se conforma con su designio y sin más solo se transforma en marioneta de la luna de esa noche, sin vislumbrar aún que pronto se acercaría una brisa capaz de esclarecer hasta el más mínimo de sus aquejos.  

Frágil y sensible se ha de mostrar, obligada a despertar de sus sueños y escapando así de todo aquello que añoraba. No obstante, un día desigual se reverencia ante ella, la luz de un astro que brilla con abundante intensidad guía su caminar y solo entonces al verse envuelta por el manto de una calidez acogedora visualiza las respuestas con las que tanto se ilusionó en aquellos tiempos de descenso. Solo entonces infiere la razón de sus penumbras y decide desatar con suavidad el lazo que con ellas ya había conformado, dándole paso a un sinfín de posibilidades que en su mente nunca antes había imaginado.  

Una nueva época germina al mismo tiempo que consuma a la otoñal, inaugurando la transición más inesperada. Parece curiosa y ansiosa por conocimientos flamantes, dispuesta en su totalidad a dejar atrás un pasado que empieza a sentirse ya muy lejano y abrirse paso entonces ante una multitud alborotada de la que nunca antes había sido testigo. Dichosa se siente por haberse manifestado, pues poco a poco advierte que con su gracia y elocuencia se vuelve experta en transformar la tormenta en un firmamento reflejado por los colores del universo.  

De vez en cuando inquieta se ha de volver cual diluvio en pleno octubre, pues aún se presentan destellos de aquellas penumbras que alguna vez la habían seducido, y así en busca de cierto alivio se deja cautivar por las estrellas que desde muy arriba la han de observar con evidente fascinación y devoción.