La mañana tiende al cielo un enorme par de brazos
Sobre el cuenco de la ciudad recién caída.
Cómo no recordar, justo ahora
El tiempo en que yo amé tus brazos de alabastro.
Los ojos maníacos y un pensamiento helado
Un corazón ansioso de clavar mariposas:
A tu corazón pude haberle hecho un templo de titanio,
En vez de eso le hice muescas con un cortaplumas.
En tu abrazo, vida mía, conocí la crueldad.
¡Cómo podrías saber que yo aprendía tan rápido!
Amando me enseñaste a herir sin parpadear.
Tú me clavabas alfileres en los ojos, yo te daba latigazos.
Sólo una vez vi un trozo de tu rostro más profundo
Fue hace tiempo, muy breve, ya lo he olvidado.
Por miedo o por costumbre vivíamos de engaños
Y nos volvimos adictos al sabor de la sangre.
Un día cristalino de finales de mayo
En que la mañana entera tendía a Dios perdón
Encontré a otro hombre en tus brazos de alabastro
Mientras a mí otros labios me ataban a otro cuerpo.
Ellos se acercaron y empezaron a discutir -parece que eran pareja
Tú y yo sólo nos vimos, cercanos más que nunca.
En una sola carcajada atravesamos el ruido
De la calle mayor toda y hacia arriba y sobre el cielo.
En ese momento supe que éramos para el otro.
Más nunca vi tu rostro,
—nunca más besé tus labios.
Fuente
Conversación en la cama
Dos mujeres: Un ensayo sobre Portal 1
Erst
Autobús
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