“Mejor sola que mal acompañada”

No lo voy a negar, probablemente si estuviera acompañada, no estuviera escribiendo las bondades o crueldades de estar solo o sola. No creo que vaya a descubrir nada nuevo, pero este viaje de conocerse a uno mismo es uno que a veces no queremos hacer porque no queremos ver la realidad de las cosas. A veces es más fácil vivir engañado que aceptar lo que pasa realmente en nuestras vidas. En dos platos, no voy a decir que estar solo sea lo mejor, pero siempre es mejor estar sola que estar mal acompañada.

Me considero una persona común y corriente que simplemente se pregunta cosas y busca respuestas tal vez en los lugares y personas equivocadas, pero que siempre creerá firmemente en lo que es la esencia misma del ser, aquello que nos hace ser únicos e irrepetibles.

Esta vida no es fácil para nadie, este es un mundo donde los medios de comunicación nos bombardean a toda hora. Nos sobran formas de comunicarnos, sin embargo, cada vez nos entendemos menos, hablamos lo necesario y respondemos mensajes de texto en lugar de hacer llamadas telefónicas.

Este escrito es básicamente una terapia de desahogo y de autoayuda, como quien visita al psicólogo interno que se lleva por dentro y que de cuando en cuando y de una forma despiadada te autocastiga o de otra completamente opuesta te premia de acuerdo con las culpas o aciertos que te estén dominando en el momento.

De las oportunidades

Bonita, fea, gorda, flaca, inteligente, interesante, despistada, sexi, anticuada, moderna, liberada, prejuiciosa, intelectual, profesional, ama de casa, joven, casada, soltera, pobre, rica, trabajadora, vaga, coqueta, casual, estudiante, simpática, triunfadora, elegante, discreta, sencilla, humilde, corrida, vivida, inexperta, tímida, deportista, naturalista, vegetariana, en fin, no importa quien seas, siempre hay una oportunidad para estar con alguien en un plano romántico. ¡Siempre!

En mi tierra, la gente de antes, solía decir que “siempre hay una media rota para un zapato viejo”. ¡Y esa, es una gran verdad! No sé si alguna vez les ha pasado, pero casi estoy segura de que sí. A veces vemos parejas donde ella es literalmente un “mujerón” y el hombre es simplemente feo a morir o, por el contrario, un hombre muy tipo, muy atractivo con una mujer que no encaja para nada con los atributos físicos de su galán. No me mal entiendan, tampoco estoy diciendo que la belleza física sea lo más importante. Lo que quiero decir, es que para el amor no hay condiciones. Cuando se da, se da y es absolutamente inevitable. Como bien decía Walter Riso, otro de los grandes psicólogos de esta era moderna, “a los enamorados no hay que empujarlos, hay que frenarlos”. Cuando uno quiere, se le ocurren todas las maneras habidas y por haber para tratar de halagar y conquistar al sexo opuesto. La creatividad fluye y más bien el tiempo es corto para llenar de detalles, de caricias y de momentos inolvidables a tu ser amado. El amor es fantástico y te llena de vida, de alegría, de motivación, no hay tristeza, siempre hay ganas, siempre hay disposición y lo mejor de todo, sin ninguna condición.

El amor te alimenta, te llena de vida; te cura de cualquier cosa, es increíble lo bien que te hace estar enamorado y aún más cuando ese amor es correspondido a plenitud. Pero qué pasa cuando esto no es igual por ambas partes. Como también dice Walter Riso “cuando dudan que te quieren, no te quieren”. Es aquí donde me quiero centrar. ¿Quién no ha estado enamorado hasta los huesos? Sin miedo a equivocarme diría que prácticamente todo el mundo. Y los que no lo están todavía, en algún momento llegarán a estar ahí.

Está demostrado científicamente que el enamoramiento dura de seis meses a un año, y si eso ya ha sido demostrado con la experimentación necesaria, no soy quien, para ponerlo en tela de duda, sin embargo, en mi experiencia personal, el enamoramiento se acaba cuando empiezas a verle los defectos a la otra persona. Y hay casos, en los que por la misma razón que te enamoraste de una persona, es por la misma razón que también llegas a dejar de amarla. Irónico, ¿verdad?

Hay personas que se enamoran de alguien porque es muy divertido, pero con el tiempo les parece que estas personas no se toman nada en serio. Otros se enamoran porque el susodicho o la susodicha es muy seria y muy discreta, tampoco les gusta las fiestas ni la vida social, y para terminar de ponerle la cereza al pastel son muy caseras. Tiempo después, estas personas terminan encontrando a sus parejas extremadamente aburridas y así llega el desencanto. Como estos ejemplos podría enumerar muchos otros. ¿Cuál es el secreto del éxito de una relación de pareja? No lo sé, no lo puedo decir como un método científico, ni tampoco como una guía de pasos para alcanzarlo. Cuando yo empezaba a tener mis primeras relaciones, recuerdo que había una frase que siempre me atrapaba el pensamiento. “Polos opuestos, se atraen”. ¡Qué tremenda mentira! Pero viví mucho tiempo pensando que esto era cierto. Sí alguien se parecía mucho a mi forma de ser, era fracaso seguro. ¡Qué estupidez!

Nombrando nuevamente a Walter Riso, el asevera que la mejor forma de tener alguna posibilidad de ir por el camino correcto es encontrarse a alguien completamente afín a ti. Que le gusten las mismas cosas, que le indignen las mismas cosas y que en términos generales tengas la tendencia a gustar y a disgustar las mismas cosas. De ahí, que doctores se casan con doctores, maestros con maestros, administradores con administradores y así por lo sucesivo.

A este punto reconozco que siempre tuve la sensación de que cada oveja iba con su pareja y no se me hacía normal que alguien con muchos estudios se casara con alguien que apenas llegaba a la secundaria. Tampoco entendía muy bien que alguien con mucho dinero se casara con una persona de origen humilde. Confieso que eso aún del todo no me parece tan normal.

El amor es el amor, y te puede sorprender de la forma más inesperada. No tiene un orden cronológico. Aparece cuando le da la gana y no cuando estas preparado para recibirlo. Es muy caprichoso. Lo que sí tengo claro es que hay límites que no se pueden traspasar como la infidelidad. No hay razón, ni justificación para permanecer con una persona que nos ha faltado a la confianza y al amor cuando han sido infieles. En mi castellano, simple y sencillamente quien rompe la promesa de amor siendo infiel, rompe también con todas las posibilidades de continuar con esa relación.

Estoy segura de que muchas personas, entre esas yo, estuvimos con alguien aun sabiendo que nos había sido infiel apoyados en el hecho de que estamos enamorados o enamoradas. ¡Qué gran error!

Recapitulando, debo decir que en conclusión al amor no hay que forzarlo, cuando se da, se da sin ningún tipo de problema ni compromiso. Debe haber afinidad entre las dos personas y esta afinidad debe ser importante. La infidelidad no tiene cabida en ninguna relación. Sí te han sido infiel, déjalo o déjala, te dolerá por un tiempo, pero no para toda la vida y con esto también te darás la oportunidad de volver a ser feliz, aunque no haya sido con esa persona. ¡Te lo aseguro, lo vas a superar! Y como dije al principio, es “Mejor sola que mal acompañada”.

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