Si no te pasa a ti crees que no te pasa. Pero nos pasa a todos. Conviene recordar otra vez y mucho, ahora más que nunca, que los demás somos nosotros para los demás. A medida que crecen las muertes por coronavirus cada vez más personas, no gente, sienten el bicho más real y obran en consecuencia. Lo mejor que nos podía estar pasando, dentro de lo peor.
Portada de una edición de The war of the worlds, H G Wells
En Málaga, en concreto, en la tarde de ayer eran ya 46 los fallecidos por el virus. Eran casi 150 en Andalucía, donde seguimos escapándonos de las situaciones más graves en las que están, sobre todo, territorios como Madrid. Y eran casi 5.000 fallecidos en toda España. Lo que era “menos que una gripe” sigue mostrando su verdadera cara. Cruel con los más vulnerables. Contagioso como la risa o como el llanto que conlleva aislar a los que ingresan en los hospitales o como impía soledad en la que mueren los afectados que no logran superar la hospitalización. Si en medio de todo eso seguimos enredados entre rojos y azules no habremos sacado nada en claro de lo que nos está pasando como un rodillo por encima, alisándonos como si fuéramos masa para hacer pan cuando todo esto acabe. Cuando el pico sobresalga de la curva y el bicho empiece a guardarse las garras.
Calle casi desierta del turístico centro de Málaga
Miles de Ertes, despidos encubiertos, cierres de negocios, impagos, medidas paliativas que exigen pagar primero mientras llega la devolución de lo cotizado y gestiones telemáticas saturadas. En medio de todo, está lo de los tests rápidos, que llegan lentos, que no terminan de estar testados y decenas de miles de ciudadanos para los que no hay tests. En Málaga el teléfono móvil se te llena de vídeos de concejales que escenifican su teletrabajo. En la tele Pablo Motos se convierte en coach hablando solo a la cámara delante de las gradas vacías del plató donde se hace el hormiguero calle Alcalá arriba. En Madrid, epicentro de esta guerra de los mundos sin marciano de nuestro tamaño al que disparar en defensa propia. En la revisión del clásico de terror y ciencia ficción (The war of the worlds, 1953, basado en la novela de H G Wells) que firmó Spielberg hace 15 años, con Tom Cruise y la niña Dakota Fanning de protagonistas, los marcianos que pilotaban los temibles trípodes gigantes terminaban sin alienígenas que las disparasen por culpa de los microorganismos que durante generaciones han habitado la Tierra.
Final de la versión de Spielberg
La frase final de la película reflejada en la novela viene a dejar claro que ninguna muerte por enfermedad de cada ser humano fue en vano. Los mismos virus y bacterias que terminan con los marcianos malos al final de La Guerra de los Mundos en un tiempo récord, son los que llevan miles de años cohabitando con el ser humano, midiéndose con él, y por eso inmune ya a muchos de estos parásitos, organismos simbióticos o simples vecinos microscópicos con los que se relacionan nuestros anticuerpos cada invierno o cada verano. Rula por ahí una charla TED de Bill Gates donde preconizaba que la economía no la destrozaría una guerra sino un virus. Pues eso. Pero, cuando se despertó, recordando el tan citado minicuento de Monterroso, no el dinosaurio, sino el hombre seguía allí, seguirá aquí, seguiremos en la Tierra y en Málaga celebrando la Semana Santa y la Feria, aunque las de 2020 y las de 2021 juntas.
https://www.ted.com/talks/bill_gates_the_next_outbreak_we_re_not_ready?language=es
Charla Bill Gates: La próxima epidemia. 2015
A propósito, entre acciones inspiradoras, solidarias y generosas de ciudadanos que han puesto sus manos o sus empresas para ayudar en la confección de mascarillas adecuadas (todo no vale), de confección de equipos de protección individual para sanitarios, de respiradores como en los que anda trabajando la UMA con la Junta, etc., también hay gusanos con forma humana que se toman a broma las medidas higiénicas y de confinamiento, porque ni les sangran los ojos cuando se contagian, y eso no les conciencia, ni los ancianos les importan casi nada, lo que está en la línea de alguna autoridad holandesa al respecto (aunque hay casos muy claros de jóvenes como Julie, esa chica francesa sana que ha muerto con 16 años por el virus y otros ejemplos preocupantes como para despreocuparse tanto pensando que por ser joven no te va a tocar a ti).
De entre los que sacan lo peor cuídense de quienes lanzan bulos sin parar. Son tan productivos como despreciables. Y de los piratas informáticos que andan aprovechando el mayor tiempo de conexión en red que produce el teletrabajo para saquear los discos duros y luego pedir dinero para desbloquearlos. Ya les ha ocurrido a algunas pymes de Málaga. Denuncia al canto a la policía o guardia civil cuyos grupos especializados en las redes sociales o en los delitos informáticos no se relajan en la lucha contra estos personajes, nematodos gigantes que se lucran con la desgracia de los otros o intentan producir el caos que tanto les fascina en la misma sociedad que les ha posibilitado sus armas informáticas. Y vamos al día, que nada está testado, pero quedándonos en casa
(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es)