¿Puede pasar? Sí. En Málaga puede pasar todo. Escribo mientras suenan los legionarios cantando El Novio de la muerte en mis auriculares y la canción Lorelay de los Scorpions suena por los vericuetos del edificio en el que vivo, como si los legionarios estuvieran desfilándome por dentro y los duros rockeros estuvieran tocando a mi lado. Intento seguir el acto del traslado del Cristo de la Buena Muerte que yo tanto he narrado para radio y televisión, pero a los Scorpions les siguen los Led Zeppelin, y no precisamente con Stairs to heaven. Otro milagro de la Semana Santa que se repite cada año, el del ahorro en la insonorización de la tabiquería de la construcción inmobiliaria. Incluso puede darse el milagro de que haya tres ministros y una presidenta juntos en la salida de las cofradías Fusionadas.
Traslado Cristo de la Buena Muerte. Jueves Santo en Málaga
Los ministros de Defensa, Interior, Justicia y la presidenta de la Junta de Andalucía estuvieron este Miércoles Santo atentos al toque de campana una, dos tres y cuatro veces en una sola salida procesional. Y los cuatro tronos salieron por la estrecha puerta de la iglesia de San Juan. Un milagro más, que quepan los tres tronos de cristo y el de la Virgen del Mayor Dolor entre tanta gente dentro de la iglesia (cada año me gusta más mirar su torre cuando no hay nadie, imponente cuando se enfila la calle San Juan viniendo desde Puerta del Mar, como un gigante de piedra que vigila y protege sin descansar) A la ministra, los ministros y la presidenta le acompañaban diputados, el alcalde, el presidente de la Diputación, el delegado de Gobierno de la Junta y concejales, entre otros.
Torre Iglesia de San Juan. Málaga
Pero entrar en la discusión de quién gana menos con estas presencias políticas o institucionales en las procesiones de Semana Santa es pa ná. Es como contar qué político local da más campanazos. Pica, pero pica poco; como decía el dibujo animado aquel que se llamaba Cuervo Loco. Aunque da cierto juego. Obviamente, que las miradas se pongan en Málaga porque los medios busquen la foto de ministros y presidentes, suma (a propósito, que un día un político salga a la calle sin un fotógrafo cerca será aviso del fin del mundo o el inicio de la nueva era del selfie institucional). Que "Picasso Banderas" se vuelque como embajador malagueño de la Semana Santa (que tanto vive junto a su hermano desde que eran chaveas fusionados, no es ninguna impostura ni estrategia de última hora), suma aún más. Y atrae las miradas de muchos, no sólo de los ministros y las presidentas. Pero en Málaga puede pasar de todo. Y todo pasa.
Trailer oficial de la Serie Genius, con Antonio Banderas en el papel de Picasso.(National Geographic. YOUTUBE)
Alguien se quejaba ayer de que alguna gente -como ocurre cuando desfilan los paracaidistas que acompañan como hermanos honorarios desde 1955 al Cristo de Ánimas y Ciegos- se va cuando pasan los legionarios y no se quedan a ver al Cristo de Mena. Otro le respondía, aprovechando que la ocasión pintaba favorable a su discurso, que si los tronos no llevaran militares no pasaría eso. Algunos nazarenos con túnicas y capirotes de terciopelo negro más tarde, el asunto se había diluido como un azucarillo en el colacao de un niño (yo nunca le echo azúcar cuando se lo hago al mío, ya está bastante dulce) El aroma de la libertad, pese a quienes opinan lo contrario en el uso legítimo de la suya, no sólo se siente cuando El Rico libera al preso el Miércoles Santo, sino durante toda la Semana Santa de Málaga
Paracaidistas desfilando el Miércoles Santo en Málaga
Por eso otros políticos no dan toques de campana. Por ejemplo, el concejal de Izquierda Unida no se prodiga en el escenario cofrade. Pero habría que advertir que en los asuntos de Fe (milagrosa paloma que lo mismo que se va volando vuelve y se te posa) hay que ser absolutamente respetuosos. Siempre que la práctica de la misma no contradiga el Derecho ni pretenda imponerse a quienes no la profesan, claro está. En ese sentido, hay cofrades buenos y truenos vestidos de nazareno. Como no podía ser de otra manera. Si fueran santos los miles de ciudadanos que participan directa o indirectamente en la Semana Santa, esta ciudad sería Jerusalén. Pero ni en Jerusalén son, para dolor de todos, Jerusalén.
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