Somos personas... ¡vaya, que frase más impactante y buena manera de comenzar! Lo que quiero decir es que a diferencia de una máquina que simula sentir emociones, somos personas, nosotros no contamos con una estabilidad continuista que no nos afecte emocionalmente. Como una máquina que cumple alguna función y que cuando no, se modifica o se reemplaza, nosotros no funcionamos así. En algún momento, todos nos encontramos en la mejor circunstancia de nuestra vida con la musa y la inspiración tomadas de la mano, acompañándonos en cada momento y lugar; o en su contraparte. En ésta es en la que me quiero enfocar, últimamente veo muchas personas en blanco, talentos desperdiciados y peor aun... con falta de motivación.

Resulta que esta conducta, que se volvió reiterativa en mi entorno, me hizo sentir similar a los desmotivados en algún momento (somos energía, por ende, como liberamos la misma, también la absorbemos). Me convertí en una persona vacía, pasé 8 días divagando, pensando, buscando ideas, sin ningún resultado que me mostrara algo claro.

Si pasas por una situación similar, personalmente puedo ofrecerte dos opciones que se han convertido en mi salvación: escribe o lee, no importa sobre qué. ¡Solo hazlo!

A continuación, les presento tres reflexiones que me ayudaron a motivarme y quisiera que les pasara lo mismo. Mi campo es el artístico, pero aun así, no importa en lo que te desempeñes, las palabras trascienden y la motivación la encontramos donde menos la esperamos.

«Saber» dibujar no es tanto una cuestión de técnica o estilo, sino de confianza. Cuando eras niño sabías dibujar. Lo hacías porque lo disfrutabas, y seguro hasta creías que eras bueno... Hasta que un día descubriste que otras personas eran «mejores»; y dejaste de hacerlo.

Pero muchas de esas personas también dibujaban como tú, la diferencia es que ellas no dejaron de hacerlo, siguieron aprendiendo, disfrutando y ganando confianza. Hasta que su técnica y habilidad mejoraron. Por fortuna, no necesitas ser ilustrador profesional para expresarte visualmente... ¡tu niño interior ya sabe hacerlo!

¡Solo necesitas recordarlo!

Cuando empezamos algo, solemos hacerlo con grandes expectativas. Queremos demostrar que podemos ser buenos haciéndolo, así que cuando aparece un obstáculo, lo interpretamos como prueba de que jamás lo lograremos ()

Preocupándonos menos por demostrar ser buenos y más por aprender algo nuevo.
Según varios estudios, cuando la mentalidad es de aprendizaje, es más fácil aceptar los errores y volver los obstáculos parte del proceso.

Eso suelen decirte cuando empiezas tu carrera, pero no sé, quizá no sea el consejo más útil que puedan darles. Cuando lo pienso, las personas más felices y exitosas que conozco no solo «hacen lo que aman»: Se obsesionan con un problema, algo que realmente les importa, y se concentran en solucionarlo. No trabajan duro porque sean disciplinados, sino porque lo que hacen les parece relevante. Nos enseñan a preocuparnos por nuestros estudios, por "amar lo que hacemos", pero no a encontrar ese problema que nos importa tanto y que al resolverlo, termina por apasionarnos.

Si nos retiramos de los que nos gusta, jamás seremos grandes. Nuestros ídolos no fueron mucho más de lo que somos ahora. El primer paso nunca es fácil, pero define lo que será nuestro camino. Nadie nace grande, forjamos nuestro propio destino. De haberme retirado del dibujo, jamás habría encontrado tanta paz, ni me hubiera atrevido a muchas cosas. Como este par de dibujos de Sauron, por ejemplo, que es de mis favoritos. Yo también comencé haciendo «muñequitos de palitos» y estoy muy feliz porque eso me impulsó a lo que hago ahora.