Juguemos a que no nos conocemos, a que este encuentro es un capricho del destino y que coincidimos por coincidencia. Juguemos a que las casualidades existen y que la realidad es fantasía. Juguemos a que las causas no tienen consecuencias y que esta vida es solo un libro carente de epílogo. Juguemos a vivir para alcanzar la trascendencia y así tal vez podamos dejar huella en la existencia.
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