Microrrelato como protesta

En esta oportunidad, les comparto este relato, —ficticio—, que nació de la necesidad de contar el juego político en mi país, desde la perspectiva de quienes alzamos la voz en contra de la injusticia.

Inútiles

— ¡Son toda una manada de inútiles! —Espetó el puño sobre la mesa —.

Recuerden, están aquí porqué nosotros queremos que estén aquí. Llegaron lejos, porqué nosotros les elegimos para que llegaran lejos —Les miraba a los ojos, uno tras otro, mientras presionaba el dedo índice sobre la mesa—. Lo único que deben hacer, lo único —recalcó, con voz aguda— es cumplir con lo que se les ordena y mantenerse callados, ¿entienden? ¡Nada nada de comentarios, nada de lástima, nada que nosotros no les indiquemos!

Un teléfono móvil interrumpió el discurso. Néstor salió de la sala, dejando sus palabras retumbando en las paredes. Un rumor apagado invadió el espacio. Los asistentes a la reunión susurraban entre ellos. Estaban inquietos.

Tras unos minutos, la puerta se abrió de nuevo. El murmullo cesó. Néstor entró a la sala, con los ojos inquietos y la frente arrugada. Cogió aire, y con los ojos cerrados dejó salir un largo suspiro.

—Debemos pronunciarnos—dijo, finalmente—. No pararán de molestarnos hasta que no demos una explicación sobre las declaraciones de Luisa y lo que pasó con Danilo. —El tono de voz fue en aumento, terminando en un fuerte golpe contra la madera.

Las miradas se concentraron en Danilo, que parecía querer salir corriendo del lugar. Tras unos segundos, de su izquierda, un hombre de mediana edad se levantó, captando la atención de los presentes.

—Podemos engatusarlos —propuso— hablemos de las misiones, inauguremos algunas casas, anunciemos pronto aumento del sueldo, inyectemos culpa a Estados Unidos, escudémonos con el discurso de la patria de los desprotegidos.

—Gracias Nicolás—Néstor le interrumpió, indicándole con la mano que se sentara—. Pero esas acciones están obsoletas. Trucos demasiado conocidos, ya no funcionan —El hombre presionó los labios y tragó saliva, mas no dijo palabra alguna.

—No se preocupen —prosiguió— hemos estado trabajando en un escape provisional. Distraigámoslos. Démosle otra cosa de que hablar, que critiquen lo que nosotros queramos.

—No lo entiendo, ¿diré que hablé con otro animal? —El comentario provocó una carcajada generalizada.

— ¡Silencio! —La sala enmudeció—. Tranquilo, Nicolás. Sólo deberás actuar con normalidad.

Pocos días después, luego de que la Fiscal General Luisa Ortega Díaz desmintiera a las cúpulas del gobierno declarando que el joven Juan Pernalette murió por una bomba lacrimógena. El ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, compartió un video en su red social Twitter donde se apreciaba al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro tocando el piano en las instalaciones del Teatro Teresa Carreño de Caracas, justo antes de participar en la Expo Venezuela Mujer Productiva. Mientras los medios publicaban cifras de más de 56 muertos en 58 días de protestas e infinidad de represiones a jóvenes músicos que salen a las calles a alzar su voz contra de la propuesta de reforma constituyente propuesta por el mandatario.

Las redes sociales estallaron con las reacciones y declaraciones de la sociedad civil que compartieron el vídeo tildándolo de burlón, al mismo tiempo que el diputado a la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello se disculpaba por permitir la elección de la Fiscal General de la República durante su mandato en la AN.

De esta manera, comentarios fueron y vinieron sobre el nuevo pianista, mientras nadie se retractó respecto al caso de Juan Pernalete.