El callejón era tan estrecho que su taquicardia retumbaba ecos en aquel rincón. Respiración entrecortada, mandíbula inquieta y esa nube de sudor que desde su frente caía nublándole la percepción. Presa rendida ante cazador fulgurante, victima llena de deseos. Cristina jamás pensó que aquello de besarse era así de complicado. Muerte a la virgen que reposaba en sus labios. Nuevo chisme para el recreo: Cristina y Ricardo se han empatado.
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