Crisis existencial a los 19, una vida vacía y sin sentido.

¿Quién soy?, ¿Qué haré con mi vida?, ¿Qué hago en este mundo?...

Son solo algunas de las muchas preguntas que circulan a diario por mi mente y que aún no consigo responderlas en su totalidad.

Siempre creí que mi juventud sería la mejor etapa de mi vida, imaginándome a mi mayoría de edad con ciertas libertades, sin preocupaciones, felicidad plena y absoluta diversión. Sin embargo, hoy por hoy, a mis 19 años de edad, estoy viviendo una de las peores cosas que me han podido pasar en la vida, Crisis existencial.

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Todo se remonta a finales de mi año sabático, el cual decidí tomar al salir de bachillerato y que para mí, fue la peor idea que se me haya ocurrido jamás. Todo iba bien hasta que poco a poco comenzaban a acercarse las fechas de inscripciones en las universidades, mi falta de interés y mi poca capacidad para elegir, hicieron que poco a poco, al pasar de los días, tuviera una vida monótona, dejando así pasar oportunidades.

Sin estudiar, ni trabajar, el paso de los días se me hacía cada vez mas rutinario, me despertaba aproximadamente a las 10 de la mañana, esperaba el almuerzo, luego toda mi tarde la pasaba viendo películas o jugando en la computadora, más tarde, a las 5 de la tarde, la hora sagrada, café con pan, después, a eso de las 6:30 quedaba con mi novia para vernos, y al final del día, retomaba la computadora hasta las 3-4 de la madrugada, así, una y otra vez, día tras día, perdiendo tiempo valioso de mi vida.

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Al no tener un objetivo claro y ni una sola meta trazada, me convertía en un ser vacío, y cada vez más mi mente jugaba un papel fundamental en ello, me mortificaba. Al no hacer nada productivo con mi vida, tenía mucho tiempo libre, de a poco iban naciendo pequeñas incógnitas, que con el paso del tiempo se me hacía muy difícil ignorarlas. Al principio solo eran unas pocas, ¿Qué pasará conmigo? ¿Qué es lo que quiero hacer? ¿Por qué no soy feliz?... No tenia ni idea de que estaba haciendo con mi vida, sin rumbo, sin responsabilidades, nada me gustaba, ninguna profesión me hacia ilusión, ningún trabajo para mi valía la pena, no lograba considerar ninguna opción para salir de esa situación, no quería nada, no me gustaba nada.

“No sabemos lo que queremos y aun así somos responsables de lo que somos”.
Jean Paul Sartre

Una noche, normal como cualquier otra, sin nada que hacer, me recosté sobre mi cama, coloqué una canción muy popular de Cultura Profética y dejé viajar mi mente sobre la melodía de aquella tranquila canción... Después de ir analizando cada frase de la primera estrofa, tuve un pequeño ataque de ansiedad, comencé a sentirme algo frío, mi boca seca y con la mirada perdida, en mi mente decía una y otra vez "No sirvo para nada, soy un inútil, sin sueños ni ambiciones, no soy nadie". O algo parecido. Dejé sacar todo aquello que había estado ignorando, me sentí alejado del mundo, aislado, creí no pertenecer a este mundo, a su gente, tuve un bajón horrible, y después, al darme cuenta que mi juventud se basaba solo en ver televisión y dormir, rompí en llanto, sin pensar en que del otro lado de la habitación alguien podría estar escuchándome, estaba desorientado, llegué a la conclusión de que estaba perdido, y necesitaba encontrarme.

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Por muchos meses, tuve la sensación de que no mejoraba, y que al contrario, eran más las preguntas y mis llantos nocturnos eran más frecuentes, ¡si!, estaba tocando fondo, por lo que decidí salir de aquel hoyo donde me encontraba, abrí los ojos e intenté por todos los medios conseguir algo de motivación, cualquier cosa que me inspirara a lograr algo.
Respiré hondo y salí a buscar un trabajo, una actividad o pasatiempo. Sin embargo, todos mis intentos parecían inútiles, pues nada se me daba, y al pasar un par de semanas, mi desespero y mis pocas ganas de seguir, lograron que recayera, me hundí en el profundo mar de preguntas sin respuestas, por muchas semanas más.

Afortunadamente conseguí un trabajo, para ser más exacto, el 10 de enero de este mismo año, y con ello, mi vida atravesó un cambio totalmente radical, comencé a tener hábitos, poco a poco me abrí más con mi familia, invertí mi tiempo libre en buenas cosas, ingresé a un grupo de inglés, un equipo de fútbol, me volví un mejor novio, retomé el teatro y la lectura. En resumen, logré salir de aquella fatal crisis que me mantuvo aislado y derrotado por más de un año.

Dar ese primer paso, trabajar (y con ello, tener responsabilidades), generó muchos cambios positivos a mi vida y a mi entorno, dándome así, la oportunidad de verla desde otra perspectiva y darme cuenta que no estoy solo, que si pertenezco a este mundo y que soy muy afortunado. Aún no está del todo resuelto, algunas preguntas vienen y van con frecuencia, pero todo parece estar mejorando, y con el pasar de los días, voy llenando de a poco este vacío en mi interior, con optimismo y fe en mí, creo que pronto podré decir que ya superé del todo esta horrible crisis, mientras tanto, se podría decir, que después de tanto tiempo perdido, por fin, ME ENCONTRÉ.

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