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Vista al frente, clara, nítida, los ojos puestos en el objetivo y además percibiendo todo lo que alrededor se mueve, lo que no se mueve, lo que brilla, lo que se esconde en la sombra... El objetivo, al final del horizonte, se puede ver muy claramente, al igual que el camino a andar... Todo tiene sentido, es fácil recordar, calcular, admirar, intuir... Es sencillo reír, jugar, amar... Todo es más fácil y placentero cuando no tenemos miedo, cuando la certeza de La Lucidez nos embarga y llena de luz; nos reímos con toda nuestra energía, lloramos con toda nuestra tristeza, nos esforzamos con toda nuestra voluntad, pensamos con sabiduría infinita. La Lucidez.
Todos los seres humanos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido esa sensación de seguridad, de fe, de esperanza y de certeza... Aún cuando no dure mucho, por más efímera que haya sido, en algún momento hemos sentido La Lucidez dentro de nosotros. Sobretodo nos damos cuenta que tuvimos un episodio de Lucidez en tiempo pasado: cuando dejamos de sentir La Lucidez todo se vuelve denso y nublado, es una sensación de pesadez, como si tus ojos hubieran sentido sólo segundos antes el cálido y divino rayo de luz de un sol agradable, e instante después sólo vieras nubes y sombras.
¿Por qué no podemos mantenernos lúcidos? Simple: Gracias al miedo.
El miedo es como pequeños parches oscuros que se van aglutinando en tus lentes/gafas, haciéndolas oscuras cuando han de ser transparentes como el agua del manantial. Vamos a narrar un ejemplo de una transición Lucidez-cotidianidad en primera persona: Patricia siempre quiso ser pintor, toda su vida le apasionaron las artes plásticas; admiraba a Van Gogh, Monet, Picasso, se veía a sí misma como al loco Armando Reverón, sólo pintando en una playa en el medio de la nada... A sus 18 años, estudiando en la Facultad de Derecho, tuvo una epifanía...
"...Claro, claro... ¡es así! A mí me encanta dibujar, pintar, crear... ¡Es lo que me hace feliz! Nadie puede fracasar haciendo lo que más ama, convirtiendo tu pasión en tu día a día, a nadie le puede ir mal... ¡Yo me dedicaré a mi pasión! Buscaré financiar mis proyectos, Asistiré a talleres, aprenderé de los mejores, no será fácil empezar pero nada me detendrá... Aunque, bueno... sí sera difícil empezar"
Primer parche oscuro... Ya la vista no es tan amplia como al principio, pero todavía se visualiza el panorama de manera inconfundible.
"...Ahora que recuerdo, a Daniel no le fue bien cuando decidió emprender su sueño de ser actor... Tuvo que trabajar duro para poder subsistir antes de que lo contratarán..."
Segundo parche oscuro... Aún cuando todavía se puede ver en el horizonte el objetivo, ya hay partes del camino que no se ven muy claras.
"... ¿Y si me va mal? ¿De qué voy a trabajar al principio? Para trabajar en el mundo del arte es complicado, sufrido... Yo sé que me gusta dibujar y eso pero ¿Será que podré vivir dignamente?"
Tercer parche oscuro... Ya ni siquiera se ve el inicio del camino... Parece que hay que armarse de un machete y abrir camino entre la maleza, hacer el camino.
"... ¿Y si a la gente no le gusta mis creaciones? ¿Si no soy tan bueno como creo ser? ¿Será la burla de los que sí son buenos y mejores que yo?..."
Cuarto parche oscuro... Todavía queda una esperanza, más como un sentimiento sutilísimo, casi imperceptible, mínimo... Aunque las nubes oscuras parecen cada vez más dominantes.
"... ¿Qué va a decir mi papá si le digo que voy a dejar la facultad de derecho? ¿Dios qué le voy a decir? ¿Y el resto de la familia? ¿Qué van a pensar? ¿Qué seré la oveja negra? ¿Qué seré una carga, una vergüenza?..."
Quinto parche... Ya no hay nada que hacer aquí. Se acabó lo que se daba... Vámonos patrás mijo...
Ya a partir de este punto todas las disertaciones y argumentaciones no hacen más que corroborar que el camino real, seguro e inevitable es el camino de regreso a la cotidianidad, a la costumbre, al "juego seguro"...
Todo vuelve a la normalidad, ya no te sientes genio, no te sientes invencible, no te sientes libre... Te sientes más bien atrapado, temeroso... Después cada quien convierte ese sentimiento en lo que su carácter lo lleve: ira, tristeza, indiferencia, indolencia, pasividad. Salen luego actitudes que buscan llenar el vacío que nosotros mismos nos generamos: vanidad, materialismo, hiperactividad, egocentrismo, depresión, complejo de víctima...
Todo lo bello, lo hermoso, lo valioso, lo verdadero de la vida y de nosotros mismos está aparentemente oculto a nuestros ojos simplemente por nuestros lentes de sol, nuestras gafas oscuras que nosotros mismos nos hemos puesto... Está al alcance de tus manos quitarte esos lentes y ver la luz del sol.