Me encontré con un adversario digno de ser el antagonista de cualquier héroe, sus palabras pueden causar traumas psicológicos, apatías y depresiones, puede llevarnos incluso al fracaso.

En sus labios lleva el miedo, pronuncia la renuncia a la acción en cada conversación, no tiene voluntad, los cambios la hacen temblar de miedo, huye para esconderse en un lugar oscuro donde se regocija de sus actos cometidos.

Susurra en tu oído que NO hagas lo humanamente posible por salir de tus conflictos, como si de algún ente maligno se tratase. Tiene la capacidad de inmovilizarte en el instante que más necesites correr hacia la luz.

Critica de manera humillante cada gesto que demuestras, cada talento que tienes, cada imperfección de tu anatomía que exhibes.

En ocasiones, te arrodillas como si suplicaras ante un ser superior. Quizás estoy siendo muy exagerado en describir un “enemigo” de esta manera, pero créeme, si existe.

A él no lo ves personificado como un vecino con el que tienes problemas de convivencia, no es tu compañero de trabajo con el que a veces tienes roces por no apoyar al mismo partido político, ni un familiar con el que discutes porque envidia tus aptitudes. A él lo tienes mucho más cerca de lo que crees, si, así como lo lees.

Ese enemigo tiene tú mismo gusto, comparten la misma habitación, el mismo nombre, los mismos padres, etc. El muestra su cara en cada instante que te miras al espejo. Él eres tú.

Eres tu peor enemigo en el instante que no pones en práctica la teoría de cómo cambiar tu vida.

Eres tu peor enemigo cuando eliges creer que tienes más defectos que virtudes, y siempre te auto compadeces por no ser prospero.

Eres tu peor enemigo cuando renuncias antes de pelear por ti, por lo tuyos, por tus sueños.

Eres tu peor enemigo cuando conoces la bondad pero decides ser cómplice de la malicia, enalteces lo corrupto y menosprecias la honestidad.

Eres tu peor enemigo porque simplemente no admites tus errores, y sigues arrastrando costumbres que no te suman, al contrario, te restan bendiciones.

Eres tu peor enemigo por muchas razones, pero una decisión de comprometerte a cambiar derrotaría a ese NÉMESIS eterno con el que diariamente te enfrentas.

Somos artífices de nuestras acciones, pero qué provechoso sería si accionamos para buscar el ÉXITO.