Nuestro héroe se dirigió de nuevo a la plaza con la esperanza de encontrarse aquella golondrina, que lo había enamorado con solo su simpleza. Allí la encontró con el mismo libro de Kafka sentada sobre el césped que estaba alrededor de la plaza. Ella lo vio y lo invitó a sentarse a su lado, él con el corazón acelerado lo hizo obedientemente; la voz de Rosa significaba en la vida de Alberto autoridad, y cuando ella hablaba, él solo tenía la opción de obedecer. Se sentó a su lado, y dio un vistazo a las manos que sostenían el libro, esas manos tan delicadas y con un acabado de uñas casi perfecto, sus dedos largos y flacos adornaban la portada del libro, sus uñas pintadas de rojo mate, hacían que esas manos fueran observadas por aquellos intérpretes del arte, aunque fuera lo más simple del mundo.

Vio que aquel libro tenía por título La Metamorfosis, Alberto enderezó su espalda y le dijo:

¡Así que lees a Samsa!

Ella sonrió y de forma espontánea le responde

Es interesante, lo que propone aquí este autor nacido en Praga, nos muestra como todo tiene un cambio y no se detiene en eso, sino que va más allá, y déjame decirte que no creo que este autor haya echo esto de manera inconsciente, pero la crítica que le da a la sociedad es tan dura. Pues a nuestra sociedad no le gustan los cambios, en cambio se resisten a ellos, en cualquier momento de nuestras vidas estamos en una "metamorfosis profunda" cómo diría Jorge Luis Borges; a su traducción original es la transformación es la que más nos choca

Alberto la miraba absorto como un niño, que le explican la grandeza del universo, o la divinidad de Dios.

Sin mediación alguna, y de manera repentina, levantó la vista al cielo y vio a una nube y dijo:

¡Mira! esa nube parece la cara de un caballo

Y sin dar tiempo para que Alberto pensara o pudiera ver la figura, ella le dijo:

Y aquella otra, parece el rostro de Santa Claus, y aquella es idéntica a mi profesora de letras.

Alberto se quedó pasmado con el entusiasmo de Rosa, pero ella era quién hablaba y seguía diciendo:

Sufro de un extraño fenómeno psicológico, llamado pareidolia, aunque nunca me he visto con un psicólogo. Yo misma he llegado a la conclusión.

Alberto no comprendió aquella palabra, y su cara se tornó extraña al escucharla. Así que Rosa prosiguió:

Pareidolia es cuando ves un rostro en cualquier cosa abstracta.

Nuestro héroe había aprendido algo nuevo, aquella belleza tan singular y amante del surrealismo, a parte de transportarlo a otro mundo, le enseñaba cosas, y con su voz tan sutil le aceleraba el ritmo a Alberto.

Ya pasado muchos meses, se fueron conociendo poco a poco, cuando Alberto le contó que quería ser escritor, a ella se le aceleró el pulso, encima de su labio superior se notaban gotas de sudor. Y mostrando una conexión profunda, le dijo:

¡Te apoyo!

Alberto nunca había escuchado estas palabras, ella siguió diciendo:

Todos aquellos que son escritores dejan una huella tan trascendental en este mundo, porque no solo marcan este generación sino también la venidera, los escritores son aquellos que son inspirados por el aliento de Dios, no importa lo que escribas, toda idea proviene del Dios que tenemos dentro.

Esas palabras hicieron eco en el corazón de Alberto, no importaba el rechazo de aquellos que son más cercanos; lo que realmente importa es que solo una persona te aliente, para seguir avivando el corazón del apasionado que quiere cumplir con su propósito.

Entonces ocurrió lo que tenía que ocurrir, Rosa Gómez se acercó tanto a Alberto que le robaba el aliento, cerró sus ojos y lo besó. El hombre se sintió más hombre, aquel beso era suave y lleno de caricias, la estirpe de Odín se erizó ante la semejanza de aquel beso.

Alberto voló, y se mantuvo por un rato, estático. Pensado las palabras correctos, tomó una rosa que se encontraba cerca, y le dijo:

Con esta rosa te entrego mi vida.

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Aún no se termina con este relato, que tendrá un final imprescindible.

Me falta un último post. Este relato contiene #3 partes, para que a la hora de leer se tenga una mayor comprensión de lo quiero mostrar.

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Cuando se nace para escritor, se muere para tal.