*Reflexión Sobre El Trabajo y la riqueza*steemCreated with Sketch.

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El Trabajo y la riqueza

ECLESIASTÉS 2:4

Emprendí grandes obras: me construí casas,
planté viñas, me hice huertos y jardines, y plan-
té en ellos toda clase de árboles frutales; per-
foré pozos para regar un bosque lleno de árbo-
les. Compré siervos y siervas, y nacieron nuevos
siervos en mi casa. Tuve más rebaños de vacas
Y ovejas que cuantos me habían precedido en
Jerusalén. Acumulé plata y oro y tesoros de re-
yes y provincias; me procuré cantores y canto-
ras, y cuantas mujeres puede un hombre dese-
ar. Prospere y superé a todos cuántos me
habían precedido, y nunca me faltó la sabidu-
ria. No negué a mis ojos nada de cuanto de-
seaban, ni privé a mi corazón de alegría alguna;
mi corazón gozaba con todo lo que hacía, y esa
era la recompensa de todos mis trabajos.
Después reflexioné sobre todas las obras de
mis manos, consideré lo que me había costado
hacerlas, y concluí que todo es vanidad y caza
de viento, y que no hay ningún provecho bajo
el sol.
Reflexioné de nuevo sobre la sabiduría, la
locura y la necedad. Pues ¿qué hará, por ejem-
plo, el sucesor de un rey? Lo que hizo el ante-
rior. Reconozco que la sabiduría aventaja a
la necedad, como la luz a las tinieblas: 《El sa-
bio tiene ojos abiertos, mientras que el necio
camina a oscuras》; pero también sé que un
mismo destino les aguarda. Entonces me pre-
gunté si el destino del necio será también el
mío. ¿Para qué, pues, me he hecho más sabio?
Y pensé que también esto es vanidad. Por-
que no quedará recuerdo en el futuro ni del sa-
bio ni del necio; en los días venideros todo se
olvidará y el sabio morirá como el necio.
Aborrecí la vida, porque me disgustaba cuan-
to se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y
casa de viento. Aborrecí también todos los
trabajos en que me afané bajo el sol, y que ha-
bré de dejar a mi sucesor. ¿Quién sabe si se-
rá sabio o necio? Pero él disfrutará de todo el
trabajo que hice con fatiga y sabiduría bajo el
sol. También esto es vanidad.
Así que terminé por desencantarme de to-
do el trabajo en que me había afanado bajo el
sol. Porque hay quien trabaja con sabiduría,
ciencia y acierto, y tiene que dejar su heredad
a quien no la ha trabajado. También esto es va-
nidad y grave daño. Pues, ¿qué le queda al
hombre de todos los trabajos y afanes que per-
siguió bajo el sol? Todos sus días son sufri-
miento, disgusto sus fatigas, y ni de noche des-
cansa. También esto es vanidad.
La única felicidad del hombre consiste en
comer, beber y disfrutar del fruto de su traba-
jo, pues he comprendido que también esto es
don de Dios. Porque, ¿quién come o goza sin
que Dios lo permita? El da a quien le agra-
da, sabiduría, ciencia y alegría; y al pecador le
impone la carga de recoger y acumular para
dejárselo luego a quien agrada a Dios. También
esto es vanidad y caza de viento.

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EL MOMENTO OPORTUNO

ECLESIASTÉS 3:1

Todo tiene su momento, y cada co-
sa su tiempo bajo el cielo:
Tiempo* de nacer y tiempo de mo-
rir, tiempo de arrancar y tiempo de plan-
tar,
tiempo de matar y tiempo de curar,
tiempo de destruir y tiempo de construir,
tiempo de llorar y tiempo de reír, tiem-
po de hacer duelo y tiempo de bailar,
tiempo de tirar piedras y de recogerlas,
tiempo de abrazarse y de separarse,
tiempo de buscar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de odiar,
tiempo de guerra y tiempo de paz*.
¿Qué provecho saca el que se afana de
sus fatigas? He observado la tarea que
Dios impone a los hombres para que se
ocupen de ella. Todo lo hizo hermo-
so a su tiempo, e hizo reflexionar al
hombre sobre la eternidad, pero el hom-
bre no llegará a desentrañar totalmen-
te la obra de Dios. Y comprendí que
la única felicidad del hombre consiste
en alegrarse y disfrutar de la vida; ya
que también es don de Dios que el hom-
bre coma, beba y disfrute de su trabajo.
Sé que todo lo que Dios hace dura
por siempre, sin que nada se pueda aña-
dir o quitar. Así, Dios se hace respetar.
Lo que es, ya fue; lo que será, ya su-
Cedió, y Dios vuelve a traer lo que pasó.

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El dinero

ECLESIASTÉS 5:9

Quien ama el dinero, no se harta de él; quien
ama las riquezas, no saca provecho, y también
Esto es vanidad.
Donde aumentan los bienes, aumentan sus
devoradores. ¿Qué provecho saca el dueño, si-
no verlo con sus ojos?
El sueño del trabajador es dulce, coma poco
o mucho; pero al rico no le deja dormir su abun-
dancia. Otra gran desgracia he visto bajo el
sol: la riqueza que guarda un hombre para su
daño, pues pierde esa riqueza en un mal ne-
gocio, y nada le queda para el hijo que engen
dra. Según salió del vientre de su madre, así
volverá; tan desnudo como vino, y nada se lle-
vará del trabajo de sus manos. También esto
es gran desgracia: como vino, así se irá. ¿Qué
provecho sacará de haber trabajado inútilmen-
te? Además, todos sus días come en tinieblas,
entre grandes disgustos, dolencias y enojos.
Así que esta es mi conclusión: la felicidad
Consiste en comer, beber y disfrutar de todo el
trabajo que se hace bajo el sol, durante los días
de vida que Dios da al hombre, porque esa es
su recompensa; y Dios da a cada hombre
bienes y riquezas y le permite comer de ellas,
tomarse su parte y disfrutar de su trabajo, es
también un don de Dios. Porque no pensa-
rá mucho en la brevedad de su vida, si Dios le
llena de alegría el corazón.

"Que el Señor derrame sobre ti y los tuyos un diluvio de Bendiciones estimado lector."


Muchas gracias un cordial saludo att: @elprofeta

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