En una noche de total penumbra, como siempre ella se encontraba a la orilla del acantilado esperando a que la luna saliera. Observar tan preciosa figura por las noches hacía que su corazón saltase de felicidad, pero esa noche algo estaba pasando y la luna no aparecía como de costumbre.

Hora tras hora espero hasta el amanecer, y la luna no hizo acto de presencia, estaba triste, pero confiaba en que la luna saldría a la noche siguiente. Volvió al mismo lugar para observar a la luna, pero esta al igual que el día anterior no apareció.

Preocupada, decidió salir en busca de la luna la noche siguiente, sin saber muy bien en donde buscar, desplego sus alas y emprendió vuelo en búsqueda de este precioso cuerpo celestial, el cual brindaba alegría a su corazón.

Ella con la esperanza de encontrar pronto a la luna, busco en todos los lugares que uno pueda imaginar, pero no tuvo fortuna, no pudo encontrar rastro de ella. Le dio la vuelta al mundo varias veces, y a pesar de que busco y busco en cada rincón de ella, la luna no apareció.

Su corazón estaba triste, sin darse cuenta busco durante décadas a la luna sin éxito alguno, al final, después de muchísimo tiempo, llego a la conclusión de que la luna no estaba en la tierra, por lo cual debía salir a buscarla al espacio exterior.

Esta vez estaba confiada en que encontraría a la luna buscando por todo el universo, con una leve sonrisa y una mirada esperanzadora observando el cielo, desplego nuevamente sus alas y se marcho de la tierra, en busca de la luna, la culpable de la tristeza de su corazón.

Historia de mi autoría