Libertad pedía mientras sus finas ramas entre las esposas se escurrían
para arrancarse de su piel un cogollo que se fumaría.
No se sabe cómo, pues la ley la encadenaba cuando los perros policía la olían.
"Lo que fuera daría por ser una planta normal", decía.
Pero no era normal, era mágica, especial,
cualquier otra la hubiera envidiado si tuviera libertad.
En cadena perpetua lloraría al no poder ver cumplida su misión de regalar felicidad.
Pobre María, la buena gente la compadecía,
¿cuándo saldría de prisión para darnos un buen colocón?
¿Quién supondría que esta maravilla de la naturaleza se avergonzaría de su condición?
Mi apoyo tienes María, ojalá fueras mia
y para que veas cuanto te deseo, te dedico esta poesía.
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