Todo mago tiene un gato de poder

in spanish •  6 years ago 

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Un día en la vida de un mago. Es que soy mago, y me fui a comprar unos cigarrillos…muy importante para la apariencia de los magos, ya saben, hay muchos trucos de magia en el humo. Sacar un cigarro prendido de la oreja de un niño o de una señora mayor. Pues que no me quisieron vender ahí en la panadería de La Parroquia los fulanos cigarrillos porque sólo los venden con efectivo, y el efectivo no se da en magos tan ocupados para hacer colas bancarias. Entonces me desaparecí, luego de suplicar penosamente para que me recibieran tarjeta, y bajé una cuadrita más hasta una licorería en la que los compré con un ligero sobreprecio, pero en la que sí me recibieron la tarjeta mágica esa. De regreso a casa pasé por una verdulería (eso de verdulería me suena hueco, como si esa palabra fuera como rara o al menos rebuscada) y me compré una docena de naranjas y un kilito de cambures, ah, y una bolsita en la que no me cupo sino media docena de naranjas. Me metí dos naranjas en los bolsillos y el resto en la riñonera. Como ya llevaba casi lleno uno de los bolsillos del pantalón mágico, con un cartoncito de los cigarrillos arriba mencionados, me olvidé de traerme los cambures. Ah sí, el pantalón de los magos siempre tiene un hueco grande como para pasar cosas de un bolsillo a otro previo correspondiente pase mágico. Pero no tan grande como para que se escurra una naranja ombligona del bolsillo jejé. Pero ya los había pagado, también con la tarjeta mágica del Provincial. Por suerte me detuve a conversar de las actualidades económicas del país con una amiga y sus perritos. Y entre que me informaba que ahora sí había una esperanza por lo que pasó en Tucaní con la masacre de unas reses, le comenté que acababa de comprar unas naranjas y unos cambures. Ella, esa amiga que es bastante perspicaz, me preguntó si los cambures eran invisibles. Claro, es que por acá todos los que me conocen saben que soy mago. Y quizás pensara que los había teletransportado a casa con algún sortilegio mágico. Entonces exclamé con esa destreza y habilidad que tenemos algunos magos…coooño, se me quedaron los cambures en la verdulería (¿?). Y me despedí de mi amiga y bajé sin correr, pero caminando rapidito rumbo a la verdulería? El muchacho que me había vendido los cambures y las naranjas me reconoció cuando le dije…coooño, se me quedaron los cambures. Eso nuevamente, con ese histrionismo mágico que tenemos los magos. Pero le voy a cobrar la bolsa, dijo y yo que ya había pagado una bolsita esmirriada le dije que no hermano, que me llevaba los cambures en los brazos. Entonces deshizo el racimo y me los fue colocando unos bajo los sobacos, pobres cambures…jeje es que no consigo desodorante Mum bolita, y por ahí donde pudo. Pero con muy buena voluntad y sin toqueteos raros. No, todo muy serio jeje. Volví a subir por casa de mi amiga que seguía ahí podando las matas del patio externo y le dije …tiene una floryvón en la oreja. Ella me agradeció la florecilla mágica que no se la pude sacar de la oreja porque como les digo, iba muy abollado con las naranjas y cambures y cigarrillos. Llegando a la frontera entre El Carrizal y La Parroquia se explotó la bolsita que no les dije que era muy esmirriada, y se me cayeron las naranjas y los cambures y los cigarrillos. La bolsa hizo implosión y se redujo a extractos lastimeros de plástico irrecuperable que por desgracia triste irá a parar a las costas bobureñas y de ahí a alguna panza de alguna desafortunada ballena. Porque los magos tenemos nuestros detractores y la diosa Fortuna nos agrede eventualmente. La verdad aunque no me gusta ni me satisface usar la magia para esas cosas tan marfileñas, me saqué una bolsa decente de la oreja y metí ahí con comodidad todas esas cosas que había comprado. Más arriba saludé a un par de gatitos que se estaban peleando y que viven en una especie de garaje abandonado. No peleen gatitos, les dije. Uno, el amarillo atigrado se subió en una ventana y el negro desapareció como por arte de magia. Sí, es que los gatos son magos también, y son los que nos dan nuestras artes a los magos. A mí mi gata Rosita, pero es que hay que tratarlos muy bien, como lo hacían desde tiempos antiguos los faraones y esas cosas. Mimados gatitos jeje…si se quiere ser mago. Por fin llegué a casa. Y Rosita corrió a recibirme…es que nos queremos mucho. Porque el otro día vino Yeni con una perrita pincher que se llama Chanela número 4, y como le hice carantoñas a esa perrita que camina muy bonito, como caballo de paso… Y mi gata Rosita como es más grande que la perrita, la retó celándome mucho, y desde que creyó que la perrita se iba a mudar con nosotros, se mosqueó y ahora me cuida más jejé…celosita la Rosita. Por fin en la computadora escribiendo esto, y como no tenía yesque me prendí un cigarrillo con la oreja jejé. Buenas noches. Fin. ![013651.jpg]() En la foto se puede apreciar la gata del mago. Se llama Rosita. También se puede apreciar el ojo muerto del mago. Qué horror jejé.
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Que suerte! Normalmente cuando quiero hacer algo de magia he de sacrificar unas cuántas vírgenes a Baal. Entonces él se queja porque dice que no son vírgenes. Y yo le digo que qué quiere que le haga, si es que pide un producto escaso y sobrevalorado. Entonces me manda a recolectar estramonio y ponerlo en el suelo haciendo figuritas extrañas. A veces un oso, a veces una flor...
Y todo eso para conseguir que me abra la puerta de casa cuando me he dejado dentro las llaves. Imagina!