Poco a poco me fui amoldando a las calamidades por las que pasaba en mi primera escuela en las montañas, allá en Castropetre. No había agua en la casa. Por calefacción solamente un brasero, siempre a bajo cero en el crudo invierno. Las más de las veces con el pueblo aislado a causa de la nieve, sin poder salir ni entrar, teniendo que subsistir con los alimentos acumulados.
Solamente una vocación descomunal por el Magisterio y una juventud radiante hacen explicarme cómo pude soportar tantas estrecheces.
Mi vocación por la docencia, casi sagrada, yo creo que me había sido inspirada por el ambiente de casa: mis padres eran también maestros, y aunque ya vivían y ejercían el Magisterio en grupos escolares de la ciudad de Astorga también habían pasado lo suyo por distintos pueblos de España en distintas escuelas. Es más, mi abuelo materno había sido maestro de un pueblecito al lado de Astorga durante cincuenta y un años. Dio clase a tres generaciones y alfabetizó en clases nocturnas y gratuitas a los últimos padres y madres de familia que aún quedaban analfabetos, de tal manera que desde el año 1904 nunca más ha habido ningún analfabeto en el pueblo de mi abuelo.
La escuela de mi abuelo estaba unida a su vivienda, de tal manera que se comunicaba por una puerta sin tener que salir a la calle. Es más, mi madre fue a dar a luz a la casa escuela de mis abuelos y allí nací yo, con olor a tiza y a libros en la estantería, los libros de historia cuyas ilustraciones tanto me gustaban y aquel Quijote que utilizaba mi abuelo para los dictados. La escuela fue como una impronta que me hubieran sellado en la frente para toda mi vida.
Hace unos años pedí ayuda para volver a ver cómo estaría aquella casa y aquella escuela, a mil kilómetros de mi actual residencia y, podéis creerlo, me emocioné con tantos recuerdos. A mi edad, no sé por qué, me asalta la emoción por cualquier cosa entrañable por tonta que parezca. ¿No me iba a emocionar al ver las ruinas de aquella escuela donde vi la luz por vez primera?
( Al final del siglo XIX ya mi abuelo cultivaba el huerto al lado de la escuela)
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(Lo que queda de la casa de mi abuelo y de su escuela)