En enero de 1971, un egiptólogo noruego, Olaf Telefsen, afirmó haber descubierto la técnica que sirvió para construir la pirámide. Según él, no se pudo usar la técnica del Plano Inclinado, porque para subir los enormes bloques de piedra hasta los casi 150 metros de la cima hubiera hecho falta una rampa de dos kilómetros de base, por lo menos. Según Telefsen, todo se hizo por medio de palancas. ¿Así de sencillo resultó para los egipcios alzar bloques de piedra que pesaban como mínimo dos toneladas y media?
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Basta contemplar con detenimiento a la gran pirámide para darse cuenta que no fue erigida sin un plan preciso, confiando sólo en la suerte y en la fuerza de los esclavos que intervinieron en su construcción. Los bloques de piedra que la forman están perfectamente unidos, y en la llamada cámara real el techo está compuesto de bloques de granito rojo de 70 toneladas cada uno. En nuestros días, el trabajo de transportar esos bloques sólo sería posible por medio de una plataforma de concreto que soportara los vagones de ferrocarril, de cuarenta ruedas cada uno, y con la ayuda de medios técnicos modernos y perfectos. Transportar material de tal peso sobre pistas increíblemente difíciles como son las arenas del desierto, representa un enigma que todavía no ha sido posible resolver de manera lógica y convincente.
Se ha hablado mucho de planos inclinados por los que subirían las piedras arrastradas por centenares de hombres. También se ha aludido a rodillos de madera. Pero tales hipótesis no convencen a los técnicos, que oponen un razonamiento muy simple: admitamos que basten mil manos para transportar cada uno de los bloques. ¿Cómo pudieron los quinientos poseedores de las mil manos desenvolverse en torno a las pesadas moles?
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Los antiguos egipcios, como los mayas y los incas, debieran servirse de máquinas elevadoras perfectas. ¿Por qué no se habla de ellas? Muy sencillo: porque las construcciones se fueron haciendo cada vez más modestas, digamos que más prácticas, y los aparatos usados con anterioridad se desmantelaron y se relegaron al olvido.
No faltan los que afirman que los egipcios poseían nociones científicas que les permitían evadir la fuerza de la gravedad, y que conocían los ultrasonidos aplicados al transporte de gigantescas masas. Una leyenda árabe cuenta al respecto que los Hijos del Nila edificaron sus pirámides transportando los bloques de piedra sobre papiros cubiertos de palabras mágicas. Y el científico Jacques Weiss dice al respecto que "las enormes piedras están ahuecadas ligeramente en una de sus caras, para poder encajar unas en otras. Eran transportadas por levitación y colocadas en su sitio con gran facilidad".
Numerosos autores antiguos afirman que, en el antiguo Egipto, los sacerdotes podían levantarse del suelo a voluntad, por levitación, y que ese mismo poder lo aplicaron en el acarreo de las piedras. Por ejemplo, Plinio el Viejo cuenta que el arquitecto Dinócrates de Efeso (contemporáneo de Alejandro Magno) decidió construir la bóveda del templo de Arsinoe con "piedras magnéticas", para que las estatuas de los dioses fueran así atraídas desde el techo y aparecieran ante el pueblo suspendidas en el aire.
En el año 300 de nuestra era, el monje Rufino habla también de magnetismo cuando se refiere a un disco representando al sol, que ascendía en el aire en el gran templo del dios Serapis, cerca de Alejandría. Luciano (siglo II), famoso por su escepticismo, admitió un día que los grandes sacerdotes sirios se levantaban en el aire por sí solos, sin ayuda de nada ni de nadie. El escritor y hombre de estado romano Casiodoro (siglo V) habla de un gran Cupido de hierro que permanecía suspendido entre el techo y el suelo, en un templo dedicado a Diana, y en el siglo XVI el cuerpo embalsamado del reformador religioso Tsong Kaba fue contemplado por miles de peregrinos cuando planeaba por encima de sus cabezas en el monasterio tibetano de Khaldan.
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Asimismo, en la mezquita árabe de Medina, el ataúd de Mahoma flotó durante algunos años a poca distancia de la bóveda, y lo mismo sucedió en la iglesia abisinia de Bizan, donde una varilla se mantuvo inmóvil en el aire por espacio de varios siglos.
Por muchas que sean las teorías lanzadas para explicar cuál fue la técnica empleada en la construcción de la gran pirámide, todavía no nos satisface ninguna. ¿Acaso emplearon el plano inclinado? ¿Usaron miles de rodillos? Lo vemos muy difícil, pues en cientos de kilómetros a la redonda era imposible hallar bosques que proporcionaran la madera necesaria para fabricarlos. Y de usar palancas, ¿de qué tipo fueron? Nada se dice al respecto. ¿Nos veremos acaso obligados a buscar la solución en la aplicación de métodos fuera de lo normal, como la levitación, por ejemplo?