¿Existe algo más real que aquello que se nos antoja propiedad exclusiva del reino de la imaginación y de la fantasía? Vivimos en un mundo maravilloso en el que a cada instante suceden hechos desconcertantes. Lo mismo intervienen en ellos seres humanos semejantes a nosotros mismos, que elementos del reino animal, los cuales actúan de manera tan extraña que nos resulta imposible explicarla.
Los Peces Quieren Morir
Fuente
Sucedió a lo largo de las costas australianas, durante el mes de diciembre de 1961. Al sur de Sydney, desde Shell Harbour hasta Twofola Bay, en una extensión de 300 km., los pescadores vieron asombrados como los peces sacaban la cabeza del agua y se lanzaban hacia la costa por miles y miles, intentando abandonar su elemento natural. Pensando que algo misterioso los asustaba, algunas personas pusieron cubetas con agua para que siguieran viviendo. Pero los peces saltaban a la arena, donde morían a los pocos minutos. Nadie pudo explicar este suicidio colectivo, y por culpa de tantas muertes hubo necesidad de quemar toneladas de peces que se pudrieron a lo largo de la costa.
Suicidio De Ballenas
Fuente
Siguiendo con este tema sobre comportamientos extraños de peces, se dice que el 4 de mayo de 1968, varios miles de personas fueron testigos del suicidio colectivo de casi un centenar de ballenas. Por oleadas sucesivas, los enormes cetáceos se lanzaban contra las rocas, cerca de Grassey Key, en la Florida, o encallaban en aguas poco profundas de las que seria imposible escapar.
Alertados por los guardacostas, los servicios oceanográficos enviaron una docena de delfines, que intentaron empujar a las ballenas hacia el mar abierto. Pero todo fue inútil: en cuanto una ballena era rechazada por varios delfines, se sumergía unos metros y volvía a toda velocidad rumbo a la costa. Fue así como todas ellas, una de tras de otra, se dejaron morir.
¿Cuál fue la causa de esa muerte colectiva? Nadie aventuró ninguna explicación, con la sola excepción de un viejo pescador. Este habló de un monstruo marino que perseguía a las ballenas. Y si no fue ésa la razón, debió ser algo parecido, porque sólo una terrible amenaza pudo asustar de tal manera a las ballenas, que prefirieron morir antes que seguir sufriendo tan fuerte pánico.