Eva (relato erótico)

Eva no estaba muy lista para acceder a mi propuesta. Sin embargo cuando estábamos solos y me decía que no, yo sentía más ganas de hacerlo. No abusaba de ella ni forzaba el momento. Aún así me pareció sentir que disfrutara de mi insistencia.

Llegamos a un punto de violencia consensuada. Ella quería ser mi fiera sumisa. Sentir mis cachetadas, nalgadas, escupitajos en sus senos, sentir mi poética hecha un hombre que sabe amarrarla y hacerla sufrir de placer con los ojos vendados. Sentir el vibrato de mi carne.

Todo comenzó cuando salimos de una aventura en el bosque. Sonamos un disco de John Coltrane que disfruto mucho. Es muy fresco y al mismo tiempo salvaje para hacer el amor al swing del jazz. Y comenzó el primer track mientras quitaba sus zapatos y sus medias.

A love supreme, a love supreme...

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Eva se desesperaba después de haberse negado a mi propuesta y me quitó toda la ropa para hacerme un oral con el morbo de una diosa endemoniada. Toqué su culo y estaba caliente. Sus vibras ardían. Y mientras sonaba el saxo.

"bap baaraaa barabarap parahh..."

Me pedía que le dijera guarradas. Cosas como "cógeme, métemelo". Y ella quizás desconocía lo mucho que me encantan estas cosas. O mejor aún, me conocía bien y me estudiaba. Empecé a metérselo lento y hasta el fondo.

Enseguida busqué miel para sentir que su cuerpo era el oro del universo. Dulce y jovial. Eva me pidió que le dejara caer miel en el ojo de su ano como si fuera un lubricante. Con eso noté que estaba diciendo que si a mi propuesta. Y empezó la miel por nuestros cuerpos. Unté un poco en mi lengua para obsequiársela en el universo que me estaba esperando.

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"Ahora si, quiero que me rompas el culo.

Y vi la resolución de la vida. El lubricante es la poesía en los encuentros carnales, todo lo suaviza. Descubrimos nuestro universo repleto de un dulzor doloroso. Sonaba Resolution del disco que nos invitaba a los orgasmos. Y Eva sin arrepentimiento alguno, comenzó a sentir que era dueña del mundo, que era la reina del bosque, la leona, la que estaba en cuatro y gemía mi nombre como una enferma, que después de tantos squirts y tanto decirme que no, se dejó coger por el ano.

Qué rico mi amor, eres perfecto

Es que en aquellos tiempos podíamos hacer de todo. No existía el tabú, a pesar de su indecisión. No teníamos idea de que era lo bueno o lo malo y eramos libres.

Eva bailaba con su alma. Y se movía como una pecadora sin humildad. Y se lucía con su cara de actriz porno futurista. Como no iba hacerlo.

Era la primera y única mujer de este universo.

FL