Alejandra le dijo a Cristian que ya no lo quería.
Cristian se sintió afligido y se convirtió en un gato pequeño, le abrió sus fauces, queriendo parecer un animal temible, la persiguió, Alejandra se fugó mientras se transfiguraba en águila, voló hasta el único árbol del solar, miró hacia el felino que le maullaba.
De pronto Alejandra reanudó el vuelo, una ráfaga de viento la alejó del aire terrenal. En el pueblo no se volvió a saber de ellos, el vecindario aún extraña sus riñas cotidianas. En la casa donde habitaba esta pareja, se observa un gato rondar, como si estuviera deseoso de cazar un ave.
Lo sorprendente es que cuando este gato ve a cualquier joven, de piel morena, aúlla como un lobo desesperado.