Querido alguien que me lees

Querido alguien que me lees,

Hoy estoy aquí desahogándome contigo, es lo único que consigue calmar un poco lo que siento. Aunque la verdad no creo que lo logre muy bien, pues mal me siento hoy conmigo. Me he vuelto atrás, lo que no quería y una prueba de fuego destruyó lo poco que tenía. Ahora me siento más aislado, en este lugar estoy atrapado. Las palabras que salen de mis pensamientos no son fáciles, no me pienso rendir, pero como me duele esto que siento por dentro.

Por causa de mi suciedad ahora estoy abatido, ¡hasta el alma entera he perdido!. No me vendí por precio alguno, me regalé sin sentido. No que quería más de lo que tengo, agradecido estoy con Dios por todo eso, más estoy en una condición de abatido, mis manos son mis sucios testigos. Otra vez te comento que las palabras casi expresadas en esta carta me calman un poco. ¡Cómo quisiera no haber retrocedido ni un poco! La verdad no entiendo porque me pasó esto, no pensé que esto me ocurriría jamás. En un pedestal me había puesto, sabía que era débil pero no en esta manera, no comprendo, ¿acaso no di mi todo? ¿Es que tal vez me reserve lo que importaba? Muy molesto estoy y no con Dios, sino conmigo. Pensé poder, avanzar y ser mejor que ahora mismo, no entiendo ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué me hice esto a mí mismo? Ahora me siento hipócrita volviendo al camino ¿Con que moral, con que palabra predicaré el camino?.

Necesito ayuda y no la consigo, pues no confío en nadie. Pues si lo hago me miraran como enfermizo, mis padres me abandonarían, mis hermanos se avergonzarían y mis amigos no me entenderían. Me ignorarían, pero de verdad necesito soltar esto, no consigo mantenerlo por más tiempo. No es que quiera seguir su camino y dejarme llevar por esto de lo que me avergüenzo, es porque quiero ser libre de este sentimiento, no lo comprendo, esto mientras avanza no se pone fácil, se me derriten los cimientos, mi mundo se está derrumbando y mi carne se está quemando a veces solo consigo gritar una frase “¡Dios mío ayúdame, ayúdame, estoy desesperado!”... y tú amigo mío, ¿Dispuesto estás a oír lo que tengo guardado en el bolsillo?