Hay un mundo alterno al que estamos acostumbrados, mundo en el cual existe algo mucho peor que la muerte.
Por mucho tiempo hemos visto familiares, personas relevantes e irrelevantes de la historia. Famosos en recuerdos tales como: fotos, retratos, vídeos y pinturas antiguas.
Hemos recordado y revivido momentos gracias a esos avances físicos, pero...
¿Y si algún día todo eso cambiara?
Una distorsión de la forma más cruel, distorsión en el cual todo eso desaparezca. En la cual mientras contemplas la foto de tu abuelo fallecido u otro familiar querido observas lentamente que esa silueta desaparece por completo, y deja un fondo desolado.
Hubo un tiempo en el cual conocí a Carolina. Una mujer no mayor de veinticinco años, cuerda y muy inteligente para tan corta edad. Tenía aquella iluminación en sus ojos cada vez que discutía sobre argumentos futuristas. Siempre era una experiencia nueva por conocer para mí, pues tocaba asuntos que no concordaban con el espacio que vivíamos; desde ciudades elaboradas completamente de metal, hasta animales clonados en un zoológico. Cada vez que conversábamos me transportaba a otra época sin duda alguna. Volvía a mi realidad en el momento que ella culminaba sus historias con una frase ya común en nuestras conversaciones:
“Claro, todo esto es una hipótesis.”
Un viernes luego de una jornada laboral, la invité a un café. Se emocionó y aceptó sin rodeos. Me acerqué hasta su departamento y caminamos hasta la cafetería que quedaba a tres cuadras. Aún recuerdo aquellos brincos acompañados de risas que hacía cada vez que me veía. Los adoraba. Me contó una historia de sí misma que me permitió cruzar la línea, aquella que me ayudó a conocerla y comprender lo que le sucedía, por qué era tan alegre y transparente conmigo. De pronto añadió a la mesa un marco viejo y maltratado, un poco sucio y con bordes dorados. Tal color captó mi atención por un instante hasta que ella decidió hablar. Me comentó aquella historia que me hizo escribir esto que les cuento.
Ella afirmaba ser de un sitio paralelo al que vivimos. En su hogar ocurrió algo que estaba muy cerca de suceder en mi mundo. Me mostró el cuadro –que había colocado hace un momento en la mesa– de arriba hacia abajo y de ambos lados. Me hizo percatar, a simple vista, que estaba vacío. Alcé una de mis cejas y con la mirada fija en ella le pregunté a qué punto quería llegar mostrando algo tan insignificante, y además deteriorado. Habló sobre vivencias y afirmaciones ilógicas. Guardó silencio y respiró profundo por varios segundos. Abrió nuevamente sus labios para decir que era un tonto insensible. Mi intención no era parecer insensible e intente disculparme.
Mientras Carolina seguía dándome a conocer sus anécdotas que eran contadas con gran emoción, me hizo pensar que sí las había vivido realmente. La lógica que aún quedaba en mí ser, no me permitía creerle en su totalidad. Ella nuevamente afirmaba ser de un lugar no muy lejos del que vivimos.
–Jared, sé que es confuso, pero tienes que creerme –Afirmó mientras sus manos tomaban dócilmente mi mandíbula.
En un intento de querer aceptar todo lo que me contaba, disipé aquellas preguntas que me hacían volver a la lógica y decidí asumir el reto. En tal caso, ¿qué podría perder con aceptar sus fantasías?
–Está bien, lo intentaré –Tomé sus manos con dulzura y las coloqué sobre mi pecho.
Transcurrió un aproximado de dos horas. En ese momento, me quedé ensimismado viendo sus ojos, diáfanos como el agua. Ella realmente se creía todo, y no tardé mucho en comprender por qué había traído aquel marco.
–He traído conmigo esto –Tomó el cuadro y lo desplazó hacía su pecho acurrucándolo– porque quiero mostrarte y contarte algo que me sucedió. Algo que me hace entender una vez más que eres real, que estás aquí, viéndome con esos ojitos de gato.
–Es obvio que soy real –Afirmé algo confundido– Estoy aquí, contigo. Entiendo que aún te sientas afectada por lo que comenté hace un instante y pedí perdón, Carolina.
–Jared. No lo entiendes aún, ¡eres real; estas vivo y puedo tocarte! ¡¡Incluso sentirte!! ¡No eres una ilusión!
Cuando oí y asimilé sus palabras sentí pena e inmediatamente me arrepentí de lo que había dicho. Realmente no la comprendía. Ella insistía en su mundo de fantasías. Me veía en la necesidad de frenar la conversación. Carolina para ese entonces no parecía estar en sus cabales, o así lo percibí.
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Eso lo escribiste tu?
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Sii
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Buena lectura original. Saludos.
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Gracias, ¡saludos!
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Excelente me gusto mucho.. Tienes un don maravilloso.. felicidades y éxito.
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¡¡Gracias!!
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Freddy, escribes muy bien. Creo que lograste atraparnos con tu primer capítulo. Sinceramente, espero el segundo.
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¡¡Graciaaas!! Pronto viene la segunda parte jeje
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