Somos justificados por la fe, NO la nuestra, la fe de Jesús.
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado (Gálatas 2:16)
Es Jesús, el Hijo, y NO el Padre quien tiene la potestad y autoridad para salvarnos. La justicia divina se le concede al hombre por la fe de Cristo, al dar su vida por nuestra redención.
así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan (Hebreos 9:28).
La paz con Dios Padre es posible hoy porque Jesús nos ha reabierto el camino. La resurrección nos llega por él. Resucitado y a la diestra de Dios, intercede por nosotros. Es nuestro mediador.
*Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, *(1Timoteo 2:5)
Hubo un tiempo cuando el hombre pudo hablar con Dios Padre: Luego sólo con sus profetas. Hoy, NO podemos hablar con él.
No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor (Hebreos 8:9).
Sólo por intermedio de Jesús podemos ser salvos para así volver a poder estar en presencia de Dios Padre.
5* nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.* (Tito 3:4-7)
Nada podemos hacer por o para cambiar esta situación ni nuestra salvación. Sólo Jesús puede hacerlo y lo hará. Así lo prometió.
Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. (Juan 10:28).
¿O acaso mintió Jesús?